Incertidumbre turística en Barcelona
LA moratoria hotelera impuesta por el Ayuntamiento de Barcelona que paraliza la concesión de licencias para nuevos establecimientos turísticos, desde hoteles hasta apartamentos, ha tenido y tiene graves consecuencias económicas para la ciudad. Se han perdido centenares de millones de euros de nuevas inversiones y millares de empleos, y eso es algo muy grave en una ciudad con un alto nivel de paro como el que todavía tiene Barcelona.
No sólo se impidió en su momento que la cadena hotelera de lujo más importante del mundo, y que ofrecía el turismo de calidad que necesita la ciudad, se instalara en paseo de Gràcia sino que además son muchos los proyectos de otros grandes grupos y también de numerosos pequeños y medianos empresarios que se han visto frustrados, con las consiguientes pérdidas económicas que ello comporta.
Lo peor que puede hacer una administración pública es intervenir y crear incertidumbre en un sector económico que funciona. Y eso es justo lo que ha sucedido con el turismo en Barcelona. Lo que tenía que ser una moratoria de un año, para abrir un paréntesis de reflexión que permitiera equilibrar el crecimiento excesivo de plazas hoteleras en ciertos barrios de la ciudad, algo comprensible y necesario, se ha convertido de momento en un callejón de difícil salida.
El equipo municipal de Ada Colau no ha sido todavía capaz de sacar adelante en las fechas prometidas el Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos (Peuat) que debe poner fin a la moratoria hotelera establecida. En lugar de este mes de julio, como estaba previsto, su aprobación se ha retrasado en principio hasta otoño, aunque es muy probable que se alargue hasta el 2017 por la lluvia de alegaciones que ha recibido y por la previsible falta de apoyos políticos suficientes.
Todo se está haciendo, en suma, demasiado largo y complejo, con el riesgo de perjudicar todavía más la generación de riqueza y empleo en el sector económico barcelonés que mejor funciona. Entra dentro de lo necesario establecer una cierta regulación en la desbordante oferta de plazas hoteleras que hay en la ciudad, como se reclama desde diversos ámbitos, pero ello debe hacerse de una forma rápida, clara y concreta, sin excesivas restricciones, de forma que el sector disponga cuanto antes de un nuevo marco legal y administrativo eficiente en el que pueda desarrollarse, algo que sin duda redundará en beneficio del conjunto de la ciudad.