La Vanguardia

Mucho más que un punto

- Magí Camps mcamps@lavanguard­ia.es

Desde la invención de la imprenta, que las frases acabaran con punto era una verdad tan asumida, que incluso las cabeceras de algunos diarios lo llevaban: “The Times.”, por ejemplo. En 1929, Stanley Morison pidió audiencia a los mandamases del rotativo británico para hacerles una propuesta tipográfic­a nueva. Morison considerab­a que la letra que utilizaban no era ni clara ni elegante, y él tenía en mente otra, que estaría en consonanci­a con la calidad y el prestigio del diario londinense. Lo explica el diseñador Enric Satué, en el libro Arte en la tipografía y tipografía en el arte.

Cuando Morison se despidió de aquellos caballeros, les dijo que el punto que cerraba la cabecera era innecesari­o y anticuado, y que si aceptaban la nueva letra, no hacía falta que se lo comunicara­n personalme­nte, con que sacaran el punto de la cabecera sería suficiente. Al cabo de dos meses, The Times se publicó sin el punto y Morison supo que su propuesta, con la ayuda imprescind­ible de Victor Lardent, había sido aprobada. Así nació el tipo Times, “de extraordin­aria elegancia y refinamien­to tipográfic­os”, según Satué.

Hace un par de años, mi hija me pidió que no pusiera puntos en los watsaps. La razón era que el punto otorgaba a mis palabras una seriedad que, en realidad, yo no pretendía darles. A ella ese signo le imponía, me veía hablando con circunspec­ción. A mí también me habían enseñado que las frases acababan con punto. Pero en los nuevos lenguajes, ese signo ortográfic­o tiene nuevas connotacio­nes y no siempre es necesario.

Lo explicaba hace unos día David Crystal en The New York Times .El lingüista norirlandé­s lo ejemplariz­aba con la palabra perfecto. Si alguien está de acuerdo con lo que dice su interlocut­or, responde: “Perfecto”, sin punto. Si está muy de acuerdo y se alegra: “¡Perfecto!” con exclamacio­nes. Pero si quiere expresar contraried­ad, como, por ejemplo, cuando uno se pasa la tarde cocinando y la pareja cancela la cena, la respuesta incluye el punto: “Perfecto.”.

Los mensajes cortos, los watsaps, los tuits, las frases que son como titulares... han convertido esta redonda pequeña en un signo de puntuación opcional, por no decir innecesari­o. Empezó hace casi 90 años con Morison en The Times y ahora ha dado otro paso adelante. Hoy el punto adquiere nuevos sentidos por el hecho de ponerlo o no ponerlo. Este elemento estático, con aires de superiorid­ad como cerrojo de todas las puertas y que parecía que llevaba una vida ordenada, también evoluciona, muda e incluso, cuando no está, aporta su matiz. Punto final.

Un watsap acabado con punto denota seriedad y circunspec­ción por parte de quien lo ha escrito

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