Remunicipalizar el puerto de Barcelona
El megacrucero Harmony of the Seas era recibido en Barcelona a principios de junio con una protesta contra las problemáticas derivadas de la creciente llegada de este tipo de buques a la ciudad. Desde la Assemblea de Barris per un Turisme Sostenible (ABTS), los organizadores del “comité de bienvenida” explican que estas problemáticas son fundamentalmente tres: una actividad económica mal distribuida y con poco o nulo valor añadido; la saturación y la desnaturalización del espacio público, y un grave perjuicio medioambiental en forma de emisiones de gases y partículas nocivas. Desde Ecologistes en Acció también reclaman un estudio independiente que sirva para medir el impacto de la combustión de carburante que los cruceros realizan ininterrumpidamente durante su estancia en el puerto para abastecerse de electricidad. De momento, el único documento disponible es un informe económico realizado por el puerto que la ABTS y Ecologistes en Acció rechazan por considerarlo triunfalista y sesgado.
La semana pasada la alcaldesa de Barcelona anunciaba que coincidiendo con la próxima parada del Harmony of the Seas se va a realizar una medición para determinar el impacto de las emisiones de la nave en el aire de la ciudad. Aunque se trata de un paso en la dirección correcta hay que tener en cuenta que el tráfico de cruceros es constante y que muchos de ellos son aún más contaminantes que el buque insignia de la flota Royal Caribbean. Asimismo, quedará pendiente la evaluación del impacto económico y social producido por el desembarco masivo de cruceristas. Tampoco estaría de más, en este sentido, revisar algunos proyectos que se fraguan en las inmediaciones del puerto y que parecen hechos a medida para este tipo de pasajes. Uno de ellos es la filial del museo Hermitatge que sus promotores quieren ubicar cerca del Port Vell. Estas y muchas otras cuestiones se sometieron a debate el pasado fin de semana en el Fórum Vecinal sobre Turismo, organizado por la ABTS bajo el lema La ciudad es para vivir en ella, no para vivir de ella. La conclusión fue que Ayuntamiento y Generalitat deben trabajar conjuntamente para conseguir una progresiva democratización de los espacios de gobernanza del puerto y minimizar así los efectos de la frontera administrativa que actualmente se levanta a su alrededor. Es sólo desde la voluntad política que el puerto podrá iniciar un proceso de remunicipalización y volver a ser un espacio que la ciudad pueda sentir como propio. Dejar su futuro en manos de otros intereses sería un grave e imperdonable error.