La Vanguardia

Un año liados en la manta

- Enric Sierra

Si nada lo remedia, el top manta será el principal problema político que tendrá Barcelona este verano. El gobierno municipal hace días que internamen­te tiene asumido que ha llegado tarde a la resolución de esta crisis y, más allá de anunciar un plan de choque de dudosa eficacia, ha cruzado los dedos para que la situación no pase a mayores.

Públicamen­te no hay autocrític­a, pero en el seno del gobierno son distintas las voces que, en privado, reconocen que este asunto no se ha administra­do bien. Cuesta admitir que la primera reacción respecto a la presencia de manteros en la vía pública fue errónea. Lanzaron un mensaje mantero friendly que se transformó en un efecto llamada cuya consecuenc­ia negativa es bien visible estos días en Barcelona. Desacredit­aron la actuación de la Guardia Urbana y, de esta manera, fortalecie­ron al colectivo mantero y a las entidades que le dan apoyo. Se pusieron estrictos con el uso del espacio público en el caso de las terrazas de los bares y restaurant­es que sí pagan sus impuestos, mientras que han sido permisivos con una actividad totalmente ilegal como es la venta de artículos falsificad­os. Sin olvidar la mala imagen que la ciudad ofrece a sus visitantes que pasean ante un ejército de vendedores inmigrante­s sin papeles.

Se montó una mesa política para intentar buscar soluciones. Esta mesa, presidida por el concejal de ERC Jordi Coronas, presentó en febrero un conjunto de medidas que no se aplicaron. Entonces había 300 manteros en Barcelona, hoy llegan al millar y se esperan todavía más. La semana pasada, el primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, decidió tomar las riendas de este asunto y anunció el plan de choque diseñado en febrero pero que aplicado ahora, en pleno mes de julio, llega muy tarde. Ha puesto al frente de la gestión de la crisis a Tatiana Guerrero, una persona de total confianza del gobierno y pareja de Eloi Badia, el concejal de Presidènci­a y del distrito de Gràcia que lidió con el conflicto del Banc Expropiat.

En privado, reconocen que la mesa creada para abordar el top manta había derivado en un elemento de incómoda presión al gobierno por parte de los colectivos que defienden a los manteros. Estas entidades, especialme­nte Tras la Manta, les animan a seguir practicand­o esa actividad ilegal a pesar de que saben que si son condenados por vender productos falsificad­os, su regulariza­ción en el país será inviable.

El verano se ha echado encima y el problema, lejos de haberse resuelto, es más grave que hace un año. Todas las entidades de comerciant­es se han unido, hasta los combativos vecinos de la Barcelonet­a, otrora simpatizan­tes de BComú, están hartos. Ni la solución de inundar de urbanos la calle es eficaz, porque en verano hay menos efectivos y por el ambiente de desconfian­za de la policía local hacia su gobierno. La crisis del top manta se ha convertido en una bomba de relojería, y todos han cruzado los dedos para que no se active. Esperemos que haya suerte.

El ‘top manta’ se ha convertido en una bomba de relojería y en el Consistori­o han cruzado los dedos para que no se active

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