“Yo sí admito que hablo de mí mismo en mis películas”
Richard Linklater, director de cine, que estrena ‘Todos queremos algo’
Amediados de agosto se cumplirán dos años del estreno de
Boyhood en Estados Unidos. Aquel filme fue cobrando fuerza lentamente, hasta convertirse en favorito en los Oscar y dejarle a Patricia Arquette la estatuilla dorada ocho meses después. Richard Linklater, que obtuvo tres nominaciones por esa película con lo cual suma cinco en su carrera, ya está de vuelta (se ha estrenado este fin de semana) con Todos queremos
algo, una continuación de otro de sus filmes más exitosos, Movida
del 76, que intenta retratar la vida universitaria. Por ahora, todo parece indicar que el fenómeno no se repetirá, aunque los fans de Linklater han encontrado en la última entrega del texano muchos de los mismos elementos con los que ha construido una de las carreras más sólidas del cine independiente.
Boyhood termina con un adolescente soñando con ir a la universidad...
Es cierto. Incluso les dije a mis actores mientras rodábamos la última escena de Boyhood que tenía un proyecto que esperaba poder concretar pronto con el que había estado soñando durante 10 años, sobre un muchacho que va a la universidad y conoce a una chica. Tuve la suerte de poder filmarlo inmediatamente después. En cierta forma es una continuación
de Boyhood, porque comienza exactamente donde la otra película termina, pero este personaje es muy distinto de Mason, y refleja otra parte de mí mismo. Mientras que Mason reflejaba a mi faceta más artística y sensible, Jake refleja la más borracha y parrandera de mi época universitaria.
¿Entonces el filme es autobiográfico?
Sí, soy de los pocos directores que admite que habla de sí mismo en sus películas. Buena parte de lo que se muestra en el filme es lo que me ocurrió. Llegué a la universidad y pensé que iba a vivir en uno de los dormitorios, pero como ya había demasiada gente me enviaron a una casa en la que viví con otros 17 estudiantes. Sólo teníamos cuatro dormitorios. Era como si tuviéramos nuestra propia fraternidad. En aquel entonces, Desmadre a la americana se había estrenado no mucho tiempo atrás. Era como si estuviéramos viviendo en esa película...
¿Qué era lo que quería en aquel entonces? Probablemente alcohol, sexo, drogas y quizás un poco de marihuana. La marihuana era virtualmente legal a finales de los setenta, estuvimos muy cerca de la legalización, pero luego la cultura dio un paso hacia atrás en los ochenta y todas las libertades que teníamos se perdieron. Es cierto que el título de la película es Todos queremos algo, pero si se refiriera sólo a una persona joven debería ser Todos queremos todo. Cuando tienes esa edad, no sólo lo quieres sino que también crees que te lo mereces. Si te apasiona algo, tiene que ser tuyo. Lleva un tiempo darse cuenta que la universidad es una burbuja porque pasa un tiempo hasta que te topas con el mundo real y este te despierta diciéndote: “Tú sólo recibirás un porcentaje de todo lo que quieres en este mundo. Y eso, sólo si tienes suerte...”.
¿Y qué es lo que quiere ahora? Me alcanza con poder hacer mi próxima película. Es así de simple. Como padre, quieres lo mejor para tus hijos, como todos los demás. Pero como realizador, quieres seguir explorando y haciendo películas. Este es mi largometraje número 19, por lo que he sido muy afortunado. Y cuando pasas cierta edad, también quieres salud para poder seguir con lo que vienes haciendo.
¿Dirías que esta es una versión espiritual de Movida del 76? Sí, podría decir que he creado un nuevo género. Vamos, nunca imaginé poner esas palabras en un póster o en un anuncio, pero sí puede servir para explicarle a la gente de qué va Todos queremos algo, porque si te fijas en Movida del 76 hay un personaje que se llama Mitch Kramer que va a la escuela secundaria y juega como lanzador en una liga veraniega de beisbol. Esta nueva película está ambientada cuatro años más tarde y si él hubiera seguido jugando habría sido lo suficientemente bueno como para obtener una beca. Allí está la conexión entre las dos películas. Pero esperé 22 años para continuar la historia, por lo que el actor que hizo de Mitch, Wiley Wiggins, hoy tiene 38 años. Pero para mí es una secuela.
¿Qué es lo que le impide seguir filmando con el elenco de Boyhood una vez al año hasta hacer una segunda parte? Que no se me ha ocurrido nada por ahora. Veo todo el tiempo a Ellar y somos amigos. Podría continuar la historia porque él ahora está en una edad interesante, pero no sé si seguiría la misma estructura. Tal vez la continúe cuando él termine su universidad. Por ahora, no hay nada concreto, y no creo que si lo hago vaya a empezar a filmarla pronto. De todos modos, no lo descarto. Me encantaría volver a trabajar con todos ellos pero eso no es una razón suficiente para hacer una película. Uno tiene que tener una gran idea que quiere explorar, y eso por ahora no ha llegado...
Después de haber estado haciendo una película durante 12 años con la misma gente, ¿cuán difícil fue separarse de ellos? Fue duro. Pasaron seis meses desde el estreno de Boyhood hasta que nos dimos cuenta que no íbamos a seguir filmando. La otra noche vi a Patricia y los dos nos lamentábamos de que ese momento no iba a llegar este año. Pero fue una película completamente diferente a todas las demás que he hecho y estoy seguro de que no habrá una experiencia igual porque no hay manera de distanciarse emocionalmente de ese proyecto de vida. Diría que la sensación que me dejó Boyhood es agridulce por más que fuese una experiencia maravillosa. Muchas cosas en la vida te dejan ese mismo sabor. Curiosamente, yo empecé a escribir Todos queremos algo más o menos para la misma época en que empecé a escribir Boyhood ,e incluso jugué con la idea de que fuese una continuación. Durante años traté de concretar este proyecto y es curioso que haya podido terminarlo tan poco después de concluir el otro.