“Aquí estoy yo”
La grancanaria busca los cuartos mejorando en autoconfianza
Cuenta Andre Agassi en su autobiografía Open que muchas veces ganaba los partidos desde la ducha. Que ya en las horas previas a un encuentro, se sabía ganador. Era una cuestión de actitud, no siempre de tenis. A veces no era una derecha ganadora, si no una mirada intimidante. El ex número uno tenía fe ciega en sus posibilidades. Amor propio. No era prepotencia ni pedantería, se lo había ganado a pulso con horas de trabajo, mucho tenis y sobre todo, mucha tozudez. Si se marcaba un objetivo, no paraba hasta conseguirlo. Inspiraba tal respeto, que los rivales se agarrotaban sólo con su presencia. Ese gen competitivo es parte del ADN ganador. Pero también se trabaja. El “aquí estoy yo” es la gran asignatura pendiente de Carla Suárez. La grancanaria, una de las jugadoras más talentosas, buscará hoy ante la cinco veces campeona Venus Williams un puesto en los cuartos de Wimbledon.
“Hay que despertarle ese puñetazo sobre la mesa, que crea en ella”, apunta el entrenador de Suárez, Xavi Budó. “En el deporte individual, la valentía o creer en uno mismo está por delante de las mil horas de trabajo. Y ella eso lo tiene justito. Le falta carácter competitivo”, explica el técnico.
Pocas jugadoras tienen la mano de Suárez. La número 12 del mundo es una mujer de recursos, capaz de adaptarse a un mundo dominado por torres. Mientras el resto de sus rivales suelen sobrepasar los 1,75 m, Carla y sus 1,62 m responden con muñeca y sabiduría táctica. Sin embargo, el sentido de la responsabilidad, de querer hacerlo bien, la ha bloqueado varias veces cuando sus golpes no acompañaban a su calidad.
“Tú analizas los partidos de Grand Slam del año pasado y te das cuenta que en todos le puede la ansiedad y el miedo”, reconoce Budó. “Era un tema de estar muy tensa, agarrotada, de magnificar la importancia de los Grand Slam. Este año lo hemos enfocado totalmente distinto: llegar lo mejor preparados posible y tratarlo como un torneo más. No magnificar ninguna situación. De hecho, en los entrenamientos previos de Australia, los días antes de Roland Garros o ya en Londres, en cada sesión ya veías una mejora de nivel mucho más pronunciada. Mucho más tranquila, más suelta, más agresiva y con mucho más nivel”.
¿Cómo se trabaja ese amor propio? “Hay que potenciarle todo lo bueno que tiene, que es mucho, y al mismo tiempo exigirle constantemente que tenga un lenguaje corporal mucho mejor”, explica el técnico catalán descubriendo el antídoto al bloqueo. “Si Carla es capaz de sacar su tenis y su carácter, no tiene que tener miedo a nadie. Estamos entrenando con las mejores del mundo y les juega de tú a tú. No es inferior a ninguna. Pero, luego, cuando la gente compite saca un plus extra de carácter que muchas veces a nosotros nos ha faltado. Para aspirar a dar el paso que nos falta, sea Top5 o llegar lejos en un Grand Slam, hay que sacar esa determinación del ‘aquí estoy yo’, ‘depende de mí’”.
Con dos primeras victorias sacadas a puro carácter, la tercera llegó con un tenis excelso. Ahora espera a la gran campeona que, a sus 36 años, sigue imponiendo respeto. Si hay una superficie en la que Venus Williams se vuelve poderosa, esa es la hierba. Sus mejores golpes se amplifican y su edad no parece pesar. Aquí brilla. Y se le ve lista para cualquier batalla. Eso sí, Suárez ha sido capaz de ganarle el 50% de partidos que han disputado, por lo que el desenlace se antoja imprevisible.
“La clave estará en el saque, el resto y que Carla crea en ella como lo ha hecho esta semana. Si nosotros conseguimos que el 80% de puntos se jueguen, el partido no me da ningún miedo. En los intercambios es donde Carla hace daño, pero si Venus se saca muchos puntos gratis, el partido será peligroso”. Hacer pensar a Venus. Moverla. Decirle “aquí estoy yo”. Ese es el reto de Suárez.
MENTALIDAD Dar ese puñetazo sobre la mesa es la asignatura pendiente de Suárez, una tenista con gran talento XAVI BUDÓ “En el deporte individual, la valentía o creer en uno mismo está por delante de las horas de trabajo”