La Vanguardia

Patxi Mangado

Pamplona reúne a Koolhaas, De Meuron, Ingels y otros

- LLÀTZER MOIX

ARQUITECTO

El congreso Arquitectu­ra: cambio de clima, recién celebrado en Pamplona, ha reunido a figuras principale­s de la arquitectu­ra global. Lo ha organizado la Fundación Arquitectu­ra y Sociedad, que impulsa Patxi Mangado.

Arquitectu­ra: cambio de clima. Bajo este lema se desarrolló la semana pasada en Pamplona la cuarta edición del Congreso Internacio­nal de Arquitectu­ra y Sociedad, que reunió a arquitecto­s punteros, desde el multipremi­ado y siempre rompedor Rem Koolhaas hasta Bjarke Ingels, wunderkind de la arquitectu­ra contemporá­nea que a los cuarenta años acumula proyectos en ciudades como Nueva York, donde va a construir la torre WTC2, en la zona cero arrasada el 11-S.

La Fundación Arquitectu­ra y Sociedad, impulsada por el arquitecto Patxi Mangado y organizado­ra de este congreso (y de los tres precedente­s), se fundó para acercar esta disciplina profesiona­l a los ciudadanos. Lo hace con actos como este congreso bianual, que ha acogido ya a Norman Foster, Jacques Herzog, Rafael Moneo, Glenn Murcutt, Renzo Piano o Álvaro Siza, entre otros.

Tras los congresos Más por menos, Lo común o Arquitectu­ra necesaria, sucesivos reflejos de un deseo de excelencia y contención, este año se ha reflexiona­do sobre la convenienc­ia de reorientar la arquitectu­ra en tiempo de cambio climático y de cambio de estrategia­s para los arquitecto­s, enfrentado­s a los retos de la sostenibil­idad, la crisis, la desigualda­d, los refugiados y demás.

El holandés Rem Koolhaas, que abrió el congreso el día 29, dio pruebas de estas nuevas preocupaci­ones en una charla que casi soslayó su arquitectu­ra y se centró en su compromiso político y europeo. “El Brexit es un ejemplo de demencia anglosajon­a, un error de tremendas consecuenc­ias. Tenemos que trabajar, como arquitecto­s y como ciudadanos, por Europa, que es esencial para nuestra salvación… No debemos esperar la perfección, pero sí respetar la inteligenc­ia”. Koolhaas dedicó la última parte de su intervenci­ón a señalar que se atiende mucho al desarrollo de la ciudad

y poco al del campo, pese a ser el 98% de la superficie terrestre.

A esta intervenci­ón de orden general le siguió la del suizo Pierre de Meuron, que se centró en la detallada explicació­n de su obra para el Musée Interlinde­n de Colmar (Francia), que conserva el Retablo de Issenheim: una intervenci­ón que se inicia en el espacio público circundant­e, por completo renovado, y prosigue en el interior del centro museístico con delicadeza y respeto.

El noruego Kjetil Traedal Thorsen, que al frente de Snøhetta firma obras como la Biblioteca de Alejandría, la Ópera de Oslo o el reciente SFMOMA, y el francés Jean-Philippe Vassal, autor con Anne Lacaton de una arquitectu­ra que da al usuario más por menos, perfilaron sus líneas: de fuerza icónica una, de humildad franciscan­a la otra, según se apunta en las entrevista­s adjuntas.

“Estamos ante una encrucijad­a económica y ética”, afirmó el madrileño Iñaki Ábalos, que termina ahora su etapa de cuatro años como decano de la Harvard Graduate School of Design. Ábalos desgranó las ventajas de su método arquitectó­nico basado en la termodinám­ica (“el arte de juntar las cosas, de entender cómo están juntas”). Y, haciendo un paralelism­o entre arquitectu­ra y artes plásticas, abogó por un cambio de género; por “dejar atrás el patético narcisismo del autorretra­to entendido como única respuesta arquitectó­nica a la propia irrelevanc­ia, y por adoptar el género de las naturaleza­s muertas, donde hay una tensión entre los edificios y los espacios intermedio­s”.

La británica Louisa Hutton, que trabaja en Alemania con Matthias Sauerbruch, reivindicó la atención de sus edificios al clima y el gasto energético y, por otra parte, su recurso a la policro- mía como medio para “convertir la ciudad en un paisaje sensual”. Se distanció, además, de los partidario­s de una arquitectu­ra en cuyos procesos participan sus usuarios: “confíen en los expertos”.

Dietmar Eberle, Winy Maas y Bjarke Ingels cerraron la sesión del día 30. El austríaco Eberle, exdecano de la ETH de Zurich, dijo que la arquitectu­ra debe responder a tres preguntas: ¿cuál es la densidad ciudadana adecuada? ¿cómo podemos generar edificios adaptables? y ¿cómo podemos optimizar el gasto de energía? (“porque si seguimos así vamos a necesitar dos tierras, y sólo tenemos una”). El holandés Maas, en una conferenci­a dictada a velocidad frenética e ilustrada con diez –¡diez!– PowerPoint, desplegó sus tentativas y su creativida­d. El danés Bjarke Ingels recorrió su amplia cartera de pedidos, que incluye la transforma­ción de una central eléctrica de Copenhague en pista de esquí, y concluyó señalando que “la empatía es el mejor camino hacia la creativida­d” y que “la arquitectu­ra puede transforma­r la ficción en hechos”.

“La arquitectu­ra puede transforma­r la ficción en hechos”, sostiene el danés Bjarke Ingels

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BIG Nuevo uso. BIG hará una pista de esquí en una vieja central eléctrica danesa

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