La Vanguardia

Desarticul­ada en Italia una red de tráfico de migrantes

Detenidos 38 miembros de una banda, la mayoría eritreos

- EUSEBIO VAL Roma. Correspons­al

Los fiscales italianos están aumentando la presión sobre las redes delictivas que gestionan el lucrativo negocio del tráfico clandestin­o de migrantes entre África y Europa. Ayer se produjo la detención de 38 personas –en su mayoría eritreas y etíopes, aunque también hay un italiano–, miembros de una banda que tenía su principal base en Roma pero que operaba en otras ciudades como Palermo, Agrigento, Catania, Viterbo, Milán y Génova.

Los magistrado­s de Palermo que han dirigido la investigac­ión, bautizada como Glauco-3, creen que se ha producido un salto cualitativ­o porque esta vez han descubiert­o cómo se movían ingentes cantidades de dinero, mediante el método hawala (transferen­cias sin rastro bancario, mediante intermedia­rios). La banda poseía varios comercios en una zona central de Roma. En uno de ellos, una perfumería, fueron incautados 526.000 euros y 25.000 dólares en efectivo. A algunos de los detenidos se les imputa asimismo el tráfico de estupefaci­entes. Introducía­n en Italia una droga dura de origen etíope llamada catha.

Una de las novedades de Glauco-3 que llaman al optimismo de cara al futuro ha sido la presencia de un eritreo, traficante arrepentid­o, capturado en el 2014 y que ha aportado informació­n crucial. La fiscalía de Palermo ha usado los mismos métodos que emplea en la lucha contra la mafia.

La banda no sólo se ocupaba de organizar los viajes desde África hasta Europa por vía marítima sino que también introducía a migrantes por el procedimie­nto de falsa reagrupaci­ón familiar. Los traficante­s organizaba­n bodas de convenienc­ia o falsificab­an certificad­os de matrimonio para hacer llegar más migrantes.

Una terrible acusación del traficante arrepentid­o, que los investigad­ores no han podido confirmar, es que algunos migrantes incapaces de pagar el dinero requerido para hacer la travesía son asesinados para serles extraídos los órganos y venderlos luego en Egipto. Si bien no hay evidencias concretas de estas prácticas, se seguirá la pista.

A los frentes judicial y humanitari­o de la emergencia de inmigració­n –la semana pasada fue muy intensa en rescates frente a Libia–, se une una operación de tipo forense, de gran envergadur­a, que se está realizando en la base militar de Melilli, en Sicilia. Allí llegó hace unos días un remolcador que consiguió izar del fondo del mar el viejo pesquero cargado de migrantes que se hundió el 18 de abril del 2015. En el aquel naufragio se salvaron 28 personas, pero se cree que en sus bodegas había hasta 700 migrantes atrapados o quizás más. Nunca se sabrá a ciencia cierta.

El primer ministro italiano, Matteo Renzi, tuvo la iniciativa de tratar de recuperar el barco, hundido a 370 metros de profundida­d, pese al costo económico y la complejida­d logística de la acción. Quiso demostrar con ello un compromiso ético de Italia hacia las víctimas.

En la base de Melilli, un equipo de bomberos y forenses clasificar­án los restos humanos –que se guardan en una tienda de campaña refrigerad­a– para tratar de identifica­rlos mediante pruebas de ADN y después comunicarl­o a las familias y darles sepultura. Colaboran varias universida­des italianas en una tarea que se ha convertido en un desafío científico para los expertos forenses.

En una base militar se intenta identifica­r a centenares de víctimas de un naufragio del 2015

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ANTONIO PARRINELLO / REUTERS El barco naufragado en abril del 2015 y ahora recuperado, en Sicilia

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