Entre la euforia y la decepción
El 26-J refuerza a la cúpula del PP valenciano tras un año complejo, mientras frustra las expectativas de Compromís
Isabel Bonig y Mónica Oltra. La líder del PP y la de Compromís simbolizan bien los dos grandes estados de ánimo que se han percibido tras el 26-J en la Comunidad Valenciana. En el caso de los populares, han pasado de la inquietud a la euforia, al lograr más votos y más escaños que el 20-D. Y en el de los valencianistas, que acudían en la plataforma A la Valenciana con Podemos y EUPV, se ha evidenciado su decepción, más por la expectativa que por el resultado, con menos votos que en diciembre, pero con más senadores e igual diputados.
La política es percepción, y en el caso del PP a escala interna ha mejorado. El partido sufrió el duro hundimiento de las autonómicas y locales, hace un año. Lo perdieron todo. Y en este año de travesía del desierto estalló el caso de corrupción Imelsa, y su variable del caso Taula sobre la supuesta financiación ilegal del PP en Valencia, con todos los concejales imputados, excepto uno.
Isabel Bonig, que sustituía a Alberto Fabra, se la jugaba. Remodeló la cúpula del partido y forzó la creación de una gestora en la capital. El 20-D el PP mejoró en la comunidad en más de 200.000 votos respecto a las autonómicas. Fue un claro respiro. Pero los votos logrados el 26-J, más de 900.000 –frente a los 635.00 de las autonómicas–, han consolidado a Isabel Bonig y a su equipo. En especial a su secretaria de organización, Eva Ortiz.
El 26-J ha legitimado su estrategia de polarización. En los últimos meses, han atacado con dureza al gobierno valenciano, PSPV y Compromís, en temas como la defensa de la enseñanza concertada, con la estrecha colaboración del arzobispo de Valencia, el cardenal Antonio Cañizares; el rechazo a imponer el valenciano en zonas castellanohablantes, o en cuestiones ludicofestivas como los bous al carrer. Con la movilización de simpatizantes en manifestaciones y concentraciones en las calles.
Isabel Bonig, que se define co- mo la “Thatcher valenciana”, busca el cuerpo a cuerpo. Y focaliza toda su estrategia de oposición contra la vicepresidenta Mónica Oltra. Nadie duda de que esa pugna va a dar brillo a la política valenciana hasta las elecciones autonómicas del 2019.
La líder de Compromís es la otra cara de la moneda. Apostó fuerte por la confluencia de A la Valenciana, que integraba por primera vez a EUPV. Tanto, que apoyó a Pablo Iglesias e Íñigo Errejón en mítines por toda España. Su
La líder del PP valenciano se define como la “Thatcher valenciana” y practica una dura oposición
apuesta fue intensa, y la expectativa, tanto nacional como autonómica, era ambiciosa. Se habló, y mucho, de un posible sorpasso valenciano, es decir, que A la Valenciana sería capaz de lograr más diputados que el PP.
El resultado no fue malo, de hecho fue bueno, pues se lograron dos senadores más que el 20-D. Pero la expectativa era tal, que la sensación ha sido de fracaso. Compromís, Podemos y EUPV lograron por separado en diciembre 130.000 votos más que el 26-J. Todo un toque de atención, especialmente para Compromís.
No son pocos, como el alcalde de Valencia, Joan Ribó, que interpretan como error haber acudido en confluencia con Podemos a las elecciones al Congreso.
Bonig y Oltra. Ambas mujeres han asumido fuertes protagonismos en la política valenciana. Una ve reforzado su papel; la otra, que es la referencia indiscutible de Compromís, deberá administrar su perfil político más en clave valenciana y menos en clave nacional. Así lo interpretan desde una formación donde ella sigue despertando grandes admiraciones y grandes envidias.