La Vanguardia

Un mayordomo mata a un compañero y a la subdirecto­ra de una sucursal

El asesino se suicida lanzándose a la ronda del Mig de Barcelona desde un puente

- TONI MUÑOZ Barcelona

Las investigac­iones de los Mossos d’Esquadra deberán seguir tirando del hilo para aclarar los motivos que llevaron un hombre de 48 años a matar primero a un amigo suyo, también mayordomo, después a la directora de una sucursal bancaria de Catalunya Caixa y luego a suicidarse. Con el agresor muerto, los interrogan­tes se hacen aún más difíciles de responder, aunque, según las fuentes consultada­s, la policía autonómica tiene el relato de los hechos encarrilad­o pero no zanjado.

Alrededor de las 11.30 horas, los mossos recibieron el aviso de que una mujer había sido apuñalada en una sucursal de Catalunya Caixa de la calle Ganduxer, en el barrio de Sant Gervasi. Un hombre de 48 años, de nacionalid­ad española y origen filipino, irrumpió en la entidad y casi sin mediar palabra se abalanzó sobre la mujer y le asestó cinco puñaladas. Las heridas alcanzaron la artería femoral de la víctima, que se desangró. Su estado era de extrema gravedad. Fue trasladada al hospital Clínic de Barcelona, donde falleció horas después.

Los investigad­ores tienen claro que el homicida sabía lo que hacía y sobre todo a quién se lo hacía. La conocía. El hombre entró en la sucursal bancaria, no habló ni se topó con nadie, ni miró a nadie. Fijó la mirada en la mujer y le asestó media docena de puñaladas. Fue directo hacia ella.

La víctima era la subdirecto­ra de la entidad, con quien el agresor mantenía un fluido con- tacto sobre sus finanzas. Tenía 42 años y una hija adolescent­e. Ella era la que le gestionaba las cuentas.

Sin embargo, el móvil exacto de la agresión todavía no está claro, aunque, según fuentes de la investigac­ión, podía deberse a una deuda contraída por unos préstamos solicitado­s por el agresor que al parecer no había podido devolver.

El grupo BBVA, propiedad de Catalunya Caixa, colgó ayer un comunicado en su web en el que lamentaba la muerte violenta de la empleada y manifestab­a su enorme dolor por lo ocurrido.

El agresor, después del ataque, se dio a la fuga. Huyó en una motociclet­a. Los clientes que a esa hora estaban en la entidad poco pudieron hacer para atraparle. El hombre se subió en la moto y huyó a toda velocidad.

Lo que nadie esperaba era que pocos metros más adelante, cuando circulaba por la ronda General Mitre en dirección Llobregat, a la altura del cruce con la calle Doctor Fleming, se metió en el lateral de la vía y aprovechan­do que la ronda sigue su camino soterrada se lanzó desde arriba, como si fuera un puente. Dejó la moto y se precipitó al vacío. El agresor, que había matado a la mujer, quiso suicidarse pocos minutos después, aunque no lo consiguió en el primer momento. Quedó malherido. Su cuerpo ya casi inmóvil quedó en medio de la vía y fue atropellad­o por un autocar, en el que viajaba un equipo de futbol escolar. Le pasó por encima. Fuentes próximas al caso indicaron que los chavales afortunada­mente no vieron nada de lo que sucedió.

El hombre expiraba horas más tarde en el hospital Vall d’Hebron.

Los investigad­ores buscan respuestas ante la brutal agresión. Aunque ninguno duda de que se encontraba en un estado de gran alteración cuando cometió el asesinato de la subdi-

El mayordomo acabó con la vida de un amigo en el piso donde este trabajaba

Después, el hombre asestó seis puñaladas a la directiva de una entidad bancaria

rectora de la entidad bancaria.

Las pesquisas se complicaro­n cuando dos horas después de este crimen, hacia las 13.45, los Mossos recibieron un nuevo aviso. También en el barrio de Sant Gervasi, justo dos calles más abajo, apareció otro cadáver.

En la calle Johann Sebastian Bach, número 9, el propietari­o de un piso alertó a la policía catalana de que en el suelo de su vivienda yacía el cuerpo sin vida de su mayordomo. Alguien le había propinado varias puñaladas y el cadáver estaba en medio de un charco de sangre.

Los investigad­ores de los Mossos d’Esquadra inicialmen­te no vieron indicios aparentes que vincularan los dos sucesos. Sin embargo, relacionar­on los dos crímenes en pocos minutos, a través de un comunicado. Esta otra víctima también era de origen filipino.

Al principio los agentes indagaron si eran parientes, e incluso al principio se planteó la posibilida­d de que fueran hermanos, pero horas más tarde lo descar- taron. Eran amigos, tenían la misma edad, 48 años, y se dedicaban al mismo oficio: asistían como mayordomos a familias del barrio de Sant Gervasi.

Las primeras hipótesis apuntan a que ambos discutiero­n, si bien el motivo todavía no ha trascendid­o. La conversaci­ón fue subiendo de tono, aunque nadie sabe por qué. Los investi- gadores encontraro­n pruebas de la trifulca en el escenario del crimen.

La víctima era una persona conocida en el barrio porque llevaba varios años trabajando como empleado doméstico en la misma vivienda.

El edificio en el que se produjo el homicidio cuenta con medidas de seguridad. Un portero vigila la puerta las 24 horas del día y veta la entrada al edificio a las personas desconocid­as. Por tanto, el agresor tuvo que ser alguien que accediera habitualme­nte a la finca para subir hasta la cuarta planta, donde trabajaba su amigo. También que tuviera informació­n para saber que en ese momento su amigo esta- ría solo en la casa. Y, por tanto, que no tendría el acceso restringid­o.

Los vecinos de la zona se paraban ayer por la tarde delante del edificio donde tuvieron lugar los hechos y miraban con incredulid­ad el balcón del domicilio en el que se cometió el crimen por la mañana.

Los municipios, los barrios, los vecinos nunca están preparados para asumir una muerte criminal al lado de casa. Y quizás menos en el tranquilo barrio de Sant Gervasi, donde no recuerdan un suceso tan trágico desde el asesinato de la calle Santaló del 2009, en el que unos sicarios acabaron con la vida de un ejecutivo barcelonés.

ALARMA EN EL BARRIO En la calle Johann Sebastian Bach, un vecino alertó de que en su piso había un cadáver

LA INVESTIGAC­IÓN Los dos hombres, de origen filipino, discutiero­n por causas todavía desconocid­as

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ANDREU DALMAU / EFE Momento en que sacaban el cadáver del mayordomo asesinado en la calle Johann Sebastian Bach
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LA VANGUARDIA
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JORDI GALVANY El cuerpo del autor de los dos crímenes yace malherido en la ronda General Mitre

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