¿Y si hubiera terceras elecciones?

CON razón Bertrand Russell definía a los políticos como aquellos seres humanos que se esfuerzan por hacer lo posible imposible. A Mariano Rajoy le va a costar Dios y ayuda conseguir la investidura, pues el PSOE teme que su abstención situaría a Podemos como la verdadera oposición de izquierdas. Los socialistas no están por la labor de facilitar la investidura. “El problema lo tiene Rajoy, que es quien debe llevar la iniciativa y no debe traspasar la presión al PSOE”, insisten en Ferraz. De todas maneras, no desean aparecer como los culpables de que el país no salga del laberinto, así que podrían plantear en un nuevo comité federal en agosto si levantan o no el veto a los populares en caso de que Rajoy no consiga una mayoría suficiente en las próximas semanas. Pero nada permite pensar que posibiliten un gobierno del PP en el penúltimo minuto, porque son pocas las voces socialistas favorables a dejarles gobernar aunque sea en una legislatura de dos años. Sin embargo, el PSOE está atra- pado en ese mismo hilo de Ariadna que debería permitir la salida del laberinto, pues unas terceras elecciones harían renacer los fantasmas del sorpasso. Dicho de otro modo, el PSOE no tienen ningún interés en retornar a las urnas, porque un escenario así supondría otra sangría de votos y no está el partido de Pedro Sánchez para contener nuevas hemorragias.

En el PP empieza a haber quien le dice a Rajoy en voz baja que unas terceras elecciones pueden ser un buen negocio: supondrían más abstención y más votos para los populares, por la desazón de unos y el temor de otros. Si en las elecciones del 26-J el presidente en funciones basó su campaña en la idea de “o yo o el caos”, ahora se podría permitir subir la apuesta con un “o yo o el apocalipsis”. Este verano se les hará largo a los políticos y no habrá bastante aftersun para tanto dirigente quemado.