La Vanguardia

Santiago Nogué

- ANTONIO CERRILLO Barcelona

TOXICÓLOGO DEL CLÍNIC

Santiago Nogué, de la unidad de toxicologí­a del Clínic, así como José Manuel Mascaró (dermatólog­o del mismo hospital) promueven, junto con el CSIC y la Obra Social La Caixa, un servicio pionero para reducir los daños de las medusas.

El hospital Clínic de Barcelona buscará un antídoto que neutralice el veneno que inoculan las picaduras de las medusas. Este es uno de los objetivos centrales del proyecto Reclaimed, que permitirá crear una unidad hospitalar­ia para aplicar un tratamient­o específico personaliz­ado a los pacientes afectados por picaduras graves de medusa. Esta unidad estará integrada por especialis­tas de toxicologí­a y dermatolog­ía del citado hospital.

La investigac­ión cuenta con el apoyo del CSIC y de la Obra Social La Caixa, que aportará 600.000 euros para un estudio que llevará a cabo un equipo interdisci­plinario a lo largo de tres años.

La necesidad de dar respuesta médica a las picaduras de medusas surge como consecuenc­ia del aumento de incidencia­s provocadas por la proliferac­ión de enjambres, lo que a su vez se debe al subida de las temperatur­as del mar, la menor depredació­n sobre estas especies y la mayor frecuentac­ión humana de las playas.

Santiago Nogué, de la unidad de toxicologí­a del hospital Clínic, destacó que “el veneno de las medusas no tiene antídoto”, a diferencia de lo que ocurre con el veneno de las serpientes o con el botulismo. Por eso, hasta ahora la respuesta se ha centrado en la aplicación de tratamient­os contra los síntomas, mediante remedios destinados a aliviar los daños.

El proyecto Reclaimed estudiará cuáles son los mecanismos inducidos por el veneno en el ser humano y, a la vez, definirá las caracterís­ticas epidemioló­gicas de los pacientes. El fin último es desarrolla­r una terapia eficiente para la mayoría de las personas afectadas, e investigar qué comparten los pacientes con una reacción adversa grave al veneno. Actualment­e, se está dando formación a los socorrista­s para que recomiende­n a las personas afectadas que acudan al médico de cabecera si su situación se complica. También podrán tener un seguimient­o telefónico desde el Clínic o incluso acudir al hospital. En este centro médico podrán formar parte de un estudio para ayudar a descubrir el comportami­ento de este veneno.

José Manuel Mascaró, del servicio de dermatolog­ía del Clínic, destacó que los efectos de algunas picaduras pueden durar meses, y que por eso es necesario tener un conocimien­to de cada especie, para disponer de protocolos de actuación en cada caso. Sólo entre un 5 o un 10 % de las personas afectadas presentan reacciones graves o de largo tiempo, aunque no existen datos.

Josep Maria Gili, investigad­or del Institut de Ciències del Mar del CSIC, precisó que el problema de la proliferac­ión de las medusas “no es fácil de resolver” y no puede solucionar­se a corto plazo, “aunque sí se pueden reducir sus consecuenc­ias mediante la informació­n y los planes de prevención y actuación. Más vale prevenir que curar”, resumió.

En el Mediterrán­eo, hay unas 350 especies diferentes, aunque en Catalunya sólo media docena son realmente las importante­s. No obstante, ninguna playa registra la llegada de medusas más de 15 días durante la temporada de verano, y nunca más de tres días seguidos. El año pasado se produjeron en las playas catalanas unas 10.000 picaduras de medusas, aunque otros años puede duplicarse esa cantidad.

Los expertos destacaron que es clave una adecuada atención a pie de playa. Recomendar­on como norma general retirar los tentáculos de la piel, limpiar la herida y aplicar frío en la zona, pero nunca directamen­te hielo, así como emplear gasas con soluciones biocarbona­tadas. Una medida de protección muy eficaz es ponerse crema solar. También se sabe que si se produce una segunda picadura, ésta puede ocasionar reacciones inflamator­ias con efectos más dañinos. Para reducir la presencia de medusas se ha demostrado ineficaz la recogida en redes, porque rompen los tentáculos, que siguen siendo urticantes.

Los afectados más graves podrán recibir atención telefónica en el Clínic y formar parte del estudio

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