La Vanguardia

Sin De Niro ni Jodie Foster

- Quim Monzó

La Federación Andaluza de Autónomos del Taxi ha publicado una guía de buenas prácticas para que sus asociados –y todos los que, sin serlo, consigan un ejemplar– eviten la mala imagen que a menudo dan. No es cosa exclusiva de los taxistas andaluces. En Catalunya, en París y en Nueva York hay algunos que harían que, sólo subir al vehículo, les pidieras que lo detuvieran inmediatam­ente para salir a toda prisa. Claro está que no todos son así, y hago esta puntualiza­ción porque con este gremio basta hacer una observació­n no del todo positiva para que todos se sientan injuriados. Pasa como con las localidade­s pequeñas, donde cualquier comentario negativo se percibe como un ultraje a todos y cada uno de los habitantes del municipio. Qué delicia vivir en Barcelona y poder maldecir tal o cual cosa que no te gusta de la ciudad sin que ello comporte problemas. No sólo toda la población no lo considera una ofensa sino que muchos ciudadanos se apuntan a decir que la crítica es acertada.

La guía de los taxistas andaluces es una delicia. Explica qué es la cortesía,

Dicen que el taxista debe mirar al cliente a la cara, saludarlo de manera amable y sonreírle

y advierte que, cuando el cliente entra en el coche, los primeros treinta segundos son básicos para que se forme una buena impresión. Recomienda al conductor mirarlo a la cara, saludarlo de manera amable y sonreírle. Nada, pues, de eso que sucede a menudo, que entras en un taxi, saludas y el conductor ni siquiera te contesta. Nada tampoco de mirarlo con cara agria, esa cara que viene subtitulad­a: “Y ahora, ¿a este imbécil tendré que llevarlo hasta donde me diga?”. También aconseja no comer durante el trayecto, ni beber, ni masticar chicle, ni fumar. (Eso quiere decir que en Andalucía todavía hay taxistas, y probableme­nte clientes, que fuman dentro.) Exhorta a utilizar un tono de voz tranquilo, no mostrar un exceso de confianza y no tomar partido en comentario­s sobre política, religión o deportes. No dice nada sobre llevar sintonizad­a tal o tal otra emisora de ideología combativa, pero se sobreentie­nde que más vale poner una de música lounge, por ejemplo.

Explican acto seguido la importanci­a de ser honrado. Para que los catalanes lo entendamos de forma fácil: nada de dar una vuelta hasta la Meridiana si estás en la esquina de Urgell con Sepúlveda y quieres ir a la plaza Macià. La imagen es básica, también. Recuerdan a los taxistas que tienen que llevar el vehículo limpio, y que no debe apestar. Y ellos tienen que vestir con corrección. No es necesario que vayan con americana y corbata, pero sí deben evitar la ropa deportiva, las chancletas y las camisetas imperio, que permiten a los sobacos desprender su aroma a metros de distancia. En Barcelona eso sería difícil de aceptar. Con el concejal del Ayuntamien­to Josep Garganté como modelo que va a los plenos con camiseta y bañador, esta norma me parece abusiva incluso a mí. Comparativ­amente, es injusta. Así pues, mejor nos olvidamos de ella.

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