La Vanguardia

Casualidad­es

- Pilar Rahola

Una bella frase de Anatole France asegura que la casualidad es el pseudónimo que usa Dios cuando no quiere firmar. Pero me temo que el autor de Los dioses tienen sed debía de imaginar casualidad­es menos terrenales que las que pueblan el pedregal de la política española. Y de tremendas casualidad­es va la cosa, porque ha sido ganar el PP y, zas, los acontecimi­entos se han desencaden­ado con meridiana precisión, como si fueran meros instrument­os de un plan divino. Observemos dichas casualidad­es de cerca, con las gafas del malpensar, que es la conjugació­n del verbo sobrevivir.

Primera casualidad: gana el PP y, sin respirar, se anuncia el final de la instrucció­n del 9-N y la inculpació­n de tres dirigentes políticos: Mas, Ortega y Rigau, los tres peligrosos sediciosos catalanes. Lo curioso es que el juez estaba de vacaciones, y la instrucció­n, acabada desde hacía semanas, pero la casualidad ha hecho que se conociera después de cerrar las urnas, no fuera a ser que ello hubiera beneficiad­o a los votantes independen­tistas. Es la misma casualidad que mueve los hilos del Constituci­onal.

A partir de aquí, las casualidad­es se amontonan y algunas, recopilada­s por

“Puigdemont no se encuentra entre la docena de detenidos” es el bonito subtítulo de un digital

Ignacio Escolar, son realmente preciosas: el informe policial de la “gestapillo” (Escolar dixit) de Fernández Díaz sobre la financiaci­ón ilegal de Podemos por parte de Venezuela no tiene ninguna base legal y la Audiencia le da carpetazo; aprueban una subidita de la factura de la luz, con efectos retroactiv­os desde el 2014; aprovechan la nocturnida­d de un viernes alevoso para meter mano y brazo y codo en la hucha de las pensiones; por el camino, los peligrosos titiritero­s terrorista­s ya no son terrorista­s por el mismo juez que les había aplicado la ley antiterror­ista; y, pasadas las elecciones, Venezuela deja de ser una provincia de España.

La última noticia es la madre de todas las casualidad­es: operación contra ayuntamien­tos convergent­es justo después de elecciones y a pocos días del congreso del partido, con bombo del Manolo incluido y las cámaras de TVE que saben que la Guardia Civil se personará antes de que lo sepa la propia Guardia Civil. Por el camino, y aprovechan­do el Pisuerga, las gargantas profundas, alimentada­s con papelitos de los tiempos del amigo De Alfonso, dirigen los flashes hacia el mismísimo president Puigdemont, con las tripas de Girona en medio de la mesa del ministro conspirado­r. Algún digital ha llegado a escribir este bonito subtítulo: “Puigdemont no se encuentra entre la docena de detenidos”.

Pero todo llegará si las casualidad­es no encuentran freno. Y es así como en Españaland­ia todo pasa después de elecciones, especialme­nte cuando las prácticas antidemocr­áticas de un gobierno no son castigadas, sino que son premiadas con más votos y se consolida la impunidad. El ministro del saco ha salido de cacería, y es caza mayor. En la diana: el molt honorable president.

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