“A mi madre le pega mi padre”
Casi 1.500 menores llamaron al teléfono de Anar para denunciar violencia de género
Los agentes de la Policía Nacional que a diario visitan los colegios e institutos para dar charlas sobre acoso escolar, violencia de género o maltrato en general reconocen que han aprendido a leer en las caras de los adolescentes qué les ocurre o qué sucede en sus hogares. “No pueden evitar bajar los ojos, esconderse en los sillones como implorando que la tierra los trague y casi rezar para que la charla acabe”, señala María Jesús, una de las agentes que trabajan en el área de Vallecas (Madrid). Así, el día antes de permitir a La Vanguardia acompañarles a asistir a una charla sobre violencia de género, advirtieron que uno de los chavales se comportaba “de esa manera que te decimos, se esconde”. Al término del encuentro, los agentes se acercaron a él: “El crío nos confesó que a su madre le pega con frecuencia su padre, con mucha frecuencia, y a él y a sus hermanos en el caso de que intercedan... El niño, de 14 años, estaba completamente hundido”, recuerda.
El año pasado, casi 1.500 menores llamaron al teléfono de la Fundación Anar explicando que sus padres maltrataban a sus madres, aunque la cifra se duplica cuando lo que requieren es orientación sobre cómo actuar en caso de violencia de género. Casi 10 veces más que en el año 2009. De los 1.741 casos detectados en el 2015, 318 correspondían a menores víctimas de violencia de género.
Según los datos que se extraen de la Fundación Anar, en la mitad de los casos el agresor es mayor de 18 años y de nacio- nalidad española (85% de los casos). En un 10% de los casos, la víctima ni siquiera ha cumplido los 15 años.
El gran problema que subyace en este tipo de violencia es que en el 60% de los casos las menores no tienen conciencia de que están siendo maltratadas, lo que explicaría que en un porcentaje similar no tengan ninguna intención de denunciar. “Sólo cuando se les explica que ese control exhaustivo y esas prohibiciones en la manera de vestir o de comportarse no es normal es cuando se percatan de que algo raro pasa en su relación”, explica María Jesús.
En el 60,3% de los casos la violencia se ejerce a través de la tecnología. “Los menores ado-
El 60% de las menores que sufren violencia machista no se plantean denunciar al agresor
lescentes tienen una herramienta eficaz para controlar, amenazar e insultar, o para acercarse a la víctima cuando esta ha decidido poner fin a la relación. En los casos de ciberacoso, los menores agresores actúan con bastante impulsividad, sin pararse antes a pensar y refugiándose en el aparente “anonimato” que las nuevas tecnologías aportan. No suelen ser conscientes del daño que están produciendo y, en muchas ocasiones, tampoco son conscientes de que sus acciones pueden llegar a tener una responsabilidad penal”, afirma Leticia Mata, directora del Teléfono Anar.