La Vanguardia

La alianza luso-británica (desde 1373)

- Felip Vivanco

Yustedes dirán, pues vaya semifinal tan poco canónica: Portugal contra Gales. ¿Quién lo hubiera dicho al inicio del torneo? Tal vez los que apostaron que el Leicester ganaría la Premier. Se podrán decir muchas cosas del choque con titulares tipo “Sólo falta Benzema”, pero esto no es ningún clásico del fútbol. Sin embargo, políticame­nte, el partido de esta noche tiene todo el sentido del mundo. Estos días aquí hemos hablado más de batallas que de tratados. Está el de Westfalia, el de Utrecht, el de Versalles, el pacto Ribbentrop-Mólotov, la Alianza Atlántica… y el más antiguo del mundo aún vigente, y que implica a las dos naciones que esta noche se juegan pasar a la final. La Alianza anglo-portuguesa, o luso-británica, se forjó en 1373 entre Eduardo III de Inglaterra y Juan y Leonor de Portugal. La unión matrimonia­l en 1387 de Juan I de Portugal con Felipa de Lancaster (por cierto, nacida en Leicester) acabó de fraguar un acuerdo que se ha mantenido hasta hoy no sin ciertas dificultad­es y crisis, pero que fue fundamenta­l para mantener la paz y la colaboraci­ón comercial entre los dos estados y para combatir juntos contra enemigos comunes. Un ejemplo, los británicos asistieron a los lusos cuando Napoleón conquistó la península Ibérica a principios del siglo XIX. Otro caso paradigmát­ico: Portugal asistió al Reino Unido cuando sus acorazados necesitaro­n una base de repostaje para ir a combatir contra Argentina en las Malvinas y las Azores sirvieron de puesto de avituallam­iento.

Muchos han sido los equipos británicos llamados a la gran fiesta del fútbol europeo (sólo ha faltado Escocia) y sólo uno el escogido para optar a la gloria. La cuestión es ¿qué sucede cuando dos aliados se enemistan? ¿Se piden perdón? ¿Se distancian? Ha sucedido hace poco: el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha acabado pidiendo disculpas a su viejo aliado Vladímir Putin por el caza ruso abatido el pasado noviembre y que, combatiend­o con las tropas de Bashar al Assad en Siria, cruzó el espacio aéreo turco.

En el caso de galeses y portuguese­s, lo recomendab­le sería que hicieran honor a sus himnos y no pensaran ir directamen­te a la tanda de penaltis. No queremos sangre de verdad, pero un poquito de espectácul­o sí, gracias. El himno galés, el célebre (por el rugby)

Tierra de mis padres habla de “defensores aguerridos” y el luso, que se titula A

Portuguesa, es muy conocido por su estribillo que reza “As armas, as armas”. Lo mejor de esta historia es que A Por

tuguesa, letra de Henrique Lopes de Mendonça y música de Alfredo Keil, se compuso en un arrebato patriótico de Portugal enfrentada ¡a Gran Bretaña! en los que se conoce como el Últimatum británico de 1890 por la gestión de las colonias en el sur de África… y la explotació­n de las piedras preciosas. Esta noche también juegan dos diamantes, uno en cada bando. A ver quién de los dos brilla más.

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WIKIMEDIA COMMONS Boda entre Juan de Portugal y Felipa de Lancaster
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