Problema en Podemos
El partido que dirige Pablo Iglesias se enfrenta ahora a un mundo desconocido: el institucional, que puede hacer mella en su forma de hacer política en la calle.
Pasar de las calles a las instituciones, ejercer de oposición en la densa complejidad del Congreso y seguir siendo “sexy” para los movimientos sociales que han impulsado y fortalecido al partido hasta convertirlo en la tercera fuerza política de España. Esos son los retos de Podemos a partir de ahora.
Pablo Iglesias expuso ayer ante el primer consejo ciudadano celebrado tras las elecciones su diagnóstico del resultado del 26-J. Un balance, del que ya hizo un adelanto en su conferencia en la Complutense el pasado lunes, en el que aseguró que probablemente la ventana de oportunidad que se abrió en el 2011, cuando Podemos se presentó a las elecciones europeas y cosechó unos resultados que sorprendieron a todo el mundo, se cerró en la última convocatoria a las urnas.
Agotado este lapso de tiempo político en el que la formación de los comunes avanzó con una rapidez inusitada, el blitz –la guerra relámpago para utilizar los términos militares que utilizan sin empacho en Podemos– ha terminado. Llega “un cambio de ciclo”. Ahora, según su vaticinio todo se desarrollará más lentamente, será menos vibrante y por lo tanto menos atractivo para un movimiento acostumbrado a surfear sobre las olas políticas.
“Hay que ocupar la centralidad programática –apuntó–. Si aspiramos a ser la referencia o el motor de ese espacio político complejo y plural, y este es uno de los grandes aciertos estratégicos, debemos asumir el desafío de construir un bloque histórico con los movimientos populares”, subrayó Iglesias que hizo una llamada a la unidad interna.
En este sentido, Iglesias pidió a la cúpula de su partido que no pierdan demasiado tiempo en lecturas de los resultados del 26-J porque, dijo, “lo importante es el futuro” a pesar de lo cual en el propio consejo se presentaron y debatieron tres informes.“Vamos a tener muchas cosas sobre las que discutir más importantes que saber a ciencia cierta que fue lo que pasó”, insistió.
Iglesias trata de despejar un debate que por ahora sólo le ha reportado enfrentamientos entre las familias del propio partido que se reprochan errores estratégicos en la campaña electoral. No obstante volvió a defender en el Consejo Ciudadano la alianza con Izquierda Unida al tiempo que reclamaba definir la relación con las distintas confluencias –tal y como adelantó La Vanguardia en su edición de ayer– puntualizando que aunque hay “una enorme cercanía con En Comú”, existen diferencias con otras fuerzas como, por ejemplo, con la gallega, Anova.
Los tres informes debatidos en el consejo fueron elaborados y presentados por el secretario político, Íñigo Errejón; la secretaria de Análisis Político y Social, Carolina Bescansa; y el secretario de Organización, Pablo Echenique. En conclusión consideran que las negociaciones tras las elecciones del 20-D y su gestión en el Congreso, así como la campaña del miedo emprendida contra Podemos, explican la pérdida de apoyo de los comicios de junio, en los que la candidatura, a pesar de concurrir con Izquierda Unida, perdió más de un millón de votos.
En este sentido, la sensación de que no fue posible llegar a un acuerdo con el PSOE contribuyó a alejar la posibilidad de un cambio y llevó a muchos votantes que sí apoyaron a Podemos en diciembre a abstenerse. Bescansa –la experta en demoscopia de la casa que no acertó mucho en los informes previos a las elecciones– considera que apenas ha habido trasvase de votos. Podemos es la primera fuerza en Esukadi y en Catalunya, el de las grandes ciudades –del norte– y la que más crece entre los menores de 45 años.
Ese es el espacio que Podemos debe consolidar en un nuevo escenario al que el partido de Iglesias está condenado a adaptarse.