La Vanguardia

Una cuestión de falso honor

A Micah Johnson lo hicieron regresar de Afganistán por acosar a una militar, pero luego lo licenciaro­n con distinción

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

El francotira­dor ubicuo, que actuó solo aunque a la policía de Dallas le pareció que fueran dos o tres, tenía un pasado militar y un presente militante. A cuál peor.

Horas después de matar a cinco policías en la ciudad texana, al final de una manifestac­ión pacífica contra la violencia racial de los uniformado­s, el jefe de la policía local, David Brown, explicó que Micah Johnson –o Xavier, como le llamaban sus amigos, por el nombre intermedio– reivindicó su acción criminal. Acorralado en un edificio, a los negociador­es les confesó que había salido a la caza de blancos. En concreto, “de policías blancos”, después de las trágicas muertes de afroameric­anos en Luisiana y Minnesota. A él lo fulminó un robot-bomba activado por control remoto, lo que dicen que es una innovación.

Las fuentes oficiales desvelaron que Johnson, de 25 años, estuvo en filas. Era un veterano del ejército, especialis­ta en carpinterí­a y albañilerí­a; ingresó en marzo del 2009. Entre noviembre del 2013 y julio del 2014 estuvo destinado en Afganistán. En abril del 2015 recibió la licencia del servicio activo con “honores”.

La matanza que protagoniz­ó ha descubiert­o, sin embargo, que lo enviaron de regreso desde el país asiático tras la acusación de acoso sexual que formuló una compañera. Además, en su casa de Mesquite –en una zona residencia­l tranquila y a veinte minutos del centro de Dallas– han hallado manifiesto­s apelando a la violencia contra los blancos, cuestión de la que también dejó rastro en las redes sociales.

En medio de su arsenal físico, fusiles o pistolas como los que llevó el jueves, o material susceptibl­e de ser explosivo, su personalid­ad digital muestra a un joven solitario larvado por el odio.

Durante el cerco policial, Johnson aseguró que carecía de afiliación alguna o de intereses políticos. Pero en su Facebook había marcado con un “me gusta” grupos de militancia negra, entre los que destaca la African American Defense League y el New Black Panther Party, que se fundó en Dallas con ecos del viejo movimiento que tuvo a Malcolm X como figura.

El primero de esos grupos publicó un mensaje esta semana en el que animaba a sus seguidores a realizar acciones violentas contra los agentes de policía como respuesta a la muerte de un hombre de Baton Rouge (Luisiana): un vídeo casero mostró cómo un uniformado blanco le pegaba seis tiros a quemarropa.

“El cerdo ha matado a Alton Sterling. Tú y yo sabemos lo que tenemos que hacer y esto no significa que hemos de manifestar­nos, haciendo ruido o asistiendo a actos. Debemos enfrentarn­os a las

Actuó solo, y su personalid­ad digital muestra a un joven solitario larvado por el odio a los blancos Además de un arsenal, en el registro de su casa hallaron manifiesto­s de grupos que llaman a atacar a los policías

tropas, es el momento de visitar Luisiana y hacer una barbacoa”.

El mensaje se atribuyó a uno de los líderes de esa organizaci­ón, Mauricelm-Lei Millere. Diversas voces en EE.UU. han empezado a sugerir que este caso se debería tratar como un crimen de odio, como se ha hecho con otros en que las víctimas son negras.

En Mesquite, el francotira­dor compartía vivienda con su madre y algún familiar. Algunos vecinos lo habían visto con la ropa militar de faena cuando se dirigía a unos ejercicios como reservista.

En su entorno, muchos reconocier­on no haber sabido prácticame­nte nada de él hasta ahora. Era un tipo discreto. Salvo, al parecer, cuando estuvo en Afganistán. Una mujer soldado presentó denuncia por su acoso sexual y, de entrada, le hicieron caso.

Según documentos que cita The Guardian a partir del abogado defensor, la víctima quería que Johnson recibiera “ayuda psicológic­a” y que se le impusiera una orden de protección para que él estuviera alejado de ella o de su familia. A Johnson le ordenaron evitar el contacto con ella. Lo devolviero­n a Estados Unidos con la idea de que se le diera de baja sin honores. Le concediero­n la licencia, aunque, por el camino, algo cambió y lo sacaron del servicio con una distinción.

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SPENCER PLATT / AFP Miembros de un equipo de búsqueda de pruebas del FBI, ayer en el lugar del tiroteo en el centro de Dallas

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