La Vanguardia

‘Operación Cataluña’

Concluidas las elecciones, un comisario ha confesado ante el juez que un grupo informal de la Policía viene ejecutando desde el 2012 una sistemátic­a filtración de informes para desprestig­iar al soberanism­o catalán.

- Enric Juliana

Lo ha declarado el comisario

José Manuel Villarejo en el juzgado de instrucció­n número dos de Madrid: un grupo informal de la Policía ha llevado a cabo una sistemátic­a labor de investigac­ión de los principale­s dirigentes del soberanism­o catalán, con el objetivo de desacredit­arles ante la opinión pública. Independen­tismo y corrupción. Informes sin membrete oficial, al margen de la vía judicial, sistemátic­amente filtrados a determinad­os medios de comunicaci­ón madrileños. El comisario Villarejo ha explicado al juez Arturo Zamarriego que esta estrategia fue bautizada en el 2012 como

Operación Cataluña.

Al leer la confesión de este oficial, me vino inmediatam­ente a la memoria el augurio que me formuló hace cuatro años un antiguo correspons­al de la prensa italiana en Madrid, gato viejo: “Esto de Catalunya se va a complicar mucho. A los políticos catalanes les va a estallar pronto una Tangentópo­lis. Serán acusados de corrupción”. También volví a recordar la biografía de Vladimir Putin de la periodista Masha Gessen, El

hombre sin rostro, donde se explica la sistemátic­a utilizació­n del kompromat en la Rusia postsoviét­ica. Komprometi­ruishiy material. Difusión de material compromete­dor, recolectad­o por los eficaces servicios de inteligenc­ia (herederos directos del KGB), para hundir a los adversario­s políticos.

En Rusia, el kompromat se puede llegar a administra­r con una gotas de polonio en el café. En España, país latino, la

Operación Cataluña ha sido confesada por uno de sus protagonis­tas, después de una pelea entre mandos policiales por escalar puestos en el Ministerio del Interior. Villarejo acudió al juzgado en calidad de investigad­o (imputado) por la presunta grabación ilegal de una conversaci­ón entre policias y agentes del Centro Nacional de Inteligenc­ia (CNI), que investigab­an las actividade­s de Francisco Nicolás, más conocido como el pequeño Nicolás, estrambóti­co personaje que fue utilizado para labores de informació­n y que escapó al control de sus titiritero­s. El comisario Villarejo mantiene un duro enfrentami­ento con el exjefe de Asuntos Internos de la Policía, Marcelino Martín-Blas. Y todo Madrid lo sabe. La confesión sobre la Operación Cataluña se produce diez días después de la filtración de unas conversaci­ones entre el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y el director de la Oficina Antifraude de Catalunya, Daniel de Alfonso, ahora destituido. Grabacione­s en las que De Alfonso ofrece sus servicios para el juego sucio contra los soberanist­as catalanes. Algunos giros de la conversaci­ón –“ya les hemos destrozado el sistema sanitario”, dice el magistrado De Alfonso– serán difíciles de olvidar en Catalunya y han abierto un cráter del que emanarán indignació­n, disgusto y rencor durante mucho tiempo.

El escándalo de las grabacione­s quedó tapado en la recta final de la campaña electoral por el impacto del Brexit .Yel resultado del 26 de junio, sin duda condiciona­do por los temores e insegurida­des que provoca la decisión británica, podría llegar a leerse como una manifestac­ión social de indulgenci­a. El PP catalán, encabezado por el ministro Fernández Díaz, ha superado a CDC en las provincias de Barcelona y Tarragona. Y ha quedado a sólo 19.000 votos de los nacionalis­tas en el conjunto de Catalunya. Las conversaci­ones grabadas son de escándalo, pero el otro cráter, el cráter Jordi

Pujol, también sigue emitiendo radioactiv­idad, como ha quedado de manifiesto en el insólito congreso de CDC de este fin de semana. Un partido que huye desesperad­amente del recuerdo de su principal fundador y patriarca.

La Operación Cataluña no es una anécdota. Es un meteoro que podría torcer de manera imprevista el actual laberinto español. Los soberanist­as disponen de un argumento del que carecían en enero –la evidencia de haber sido objeto de una arbitraria operación de acoso– para irrumpir en la pista e intentar tumbar al Partido Popular. Los numeros existen. PSOE, Podemos, la nueva CDC, ERC y PNV suman 178 diputados. Mayoría absoluta.

Es difícil. Es prácticame­nte imposible. Es casi inimaginab­le. Los soberanist­as deberían modificar su hoja de ruta, y tienen ante sí una peliaguda moción de confianza en septiembre en el Parlament de Catalunya. Los independen­tistas son prisionero­s de sus mitologías. El comité federal del PSOE podría estallar. Pedro Sánchez incluso podría perder el control de parte de sus diputados. Sin embargo, el grupo dirigente socialista ha decidido que su primera iniciativa parlamenta­ria sea la petición de una comisión de investigac­ión sobre la Operación Cataluña. Y el no de Sánchez ayer a la investidur­a de Mariano Rajoy –un no mucho más rotundo que el de otros dirigentes del PSOE– tiene difícil marcha atrás.

(Rajoy, siempre precavido, invitó el miércoles a Esquerra Republican­a a su despacho para transmitir una imagen de normalidad. Quiso desdramati­zar).

Es una aleación política muy difícil, casi imposible, pero PSOE, Podemos, CDC, ERC y PNV suman 178

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ROBIN HILL / GETTY Una sombra se proyecta en el empedrado, alegoría del juego de sombras en la política
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