Facebook y literatura
Se me ocurre pensar que, de haber existido en el pasado Facebook y las demás redes sociales, la historia en general y la de la lite-
ratura en particular serían muy distintas; por ejemplo, tal vez Madame Bovary, dejando atrás “l’ennui” gracias al chat, no hubiera tenido motivo, ni acaso, tiempo, para cometer adulterio; o Antoine Roquentin, el antihéroe sartriano, no hubiese llegado a experimentar la náusea en su cotidianidad gris y provinciana; incluso Hamlet no se habría consumido en la soledad de su duda, sino que inmediatamente la habría lanzado al espacio internáutico en forma de pregunta: “To be or not to be? That is the question”, recibiendo en minutos centenares de respuestas disonantes que habrían aplacado su angustia y consolado su orfandad; y no digamos Don Quijote quien, en lugar de a los libros de caballerías se habría enganchado como un poseso al ordenador y en vez de pasear su locura por los campos de La Mancha, la habría volcado universalmente por internet…
Pero toda esta broma mía tiene un parte seria, o moraleja si se prefiere, que es posible también formular como pregunta: ¿ocurrirá acaso que en el futuro, tras varias generaciones de “nacidos digitales”, no haya nadie que comprenda realmente la psicología de los protagonistas de la literatura universal ni, por tanto, a esta misma?¿En qué modo modificarán las redes sociales y la tecnología digital en general nuestra relación, no ya con el libro como soporte físico sino con los propios contenidos de este? Preguntas que han de quedar en el aire hasta que podamos comprobar en los hechos los resultados de la masiva y generalizada adopción de los nuevos hábitos de consumo “cultural” posmodernos.
PEDRO FEAL VEIRA
A Coruña