Los celos retroactivos
Queridos precursores de la revolución sexual: como todas las libertades, también esa que conquistasteis se convirtió en motivo de recelo. Freddie Mercury murió en nuestra pubertad, y el sida sustituyó al hombre del saco. El sexo daba miedo. Precaución, el sexo mata. Vosotros lograsteis que dejara de ser tabú, nosotros volvíamos a la relativa seguridad de la monogamia; falsa, como falsa ha sido siempre la conservadora doble moral. En todo caso, hay que ser muy ingenuo para creer que uno puede proclamarse libre sin que lo tachen de mil cosas que no le definen.
Tengo amigos cultos, modernos, bien educados y tal, a los que les cuesta salir con chicas que hayan tenido muchas relaciones. A nuestra edad, es harto difícil si no son divorciadas que le fueron fieles a sus maridos (y claro, en estos casos ellas no tienen ninguna intención de repetir el mismo error). Por eso mis amigos optan por parejas más jóvenes: no sólo por su piel tersa y su energía. Sino porque las que están de vuelta de todo les resultan poco sexys o les intimidan. “Me basta con mi propio cinismo”, se justifican. Si bien no esperan ser los únicos, al menos serán de los primeros.
Lo hecho, hecho está, y cada uno es lo que hizo; hay que reírse de los propios celos para vencerlos
A los veintipocos años, mis novios tenían la edad que tengo ahora; es gracioso verlo desde el otro lado. El problema es cuando nos juzgamos por nuestro pasado. O peor: cuando ellos nos juzgan,y nosotras nos cuestionamos. Será porque el príncipe azul es la versión Disney de la competición entre machos por la hembra; será porque creen que su virilidad está en juego; o porque, en la ficción, la idea de felicidad va ligada a la de pareja estable. Como si la pareja fuera una meta, y no una etapa. Como si fuera un triunfo, y no una opción. Por lo visto, estamos hechas sólo para uno. Los demás son intentos fallidos que no deben recordarse ni mencionarse nunca.
Mi abuela tiene seis hijos, dieciséis nietos, muchos bisnietos, y se pregunta cómo puede quererlos a todos. Cree que, cuantas más personas quieres, más se te agranda el corazón. Estoy de acuerdo. Y además aprendes a querer a cada uno por cómo es, y no por el tiempo que compartís ni porque necesites garantizarte compañía. “No podría salir con alguien como tú”, me han llegado a decir, sin pensar que soy yo la que no saldría con nadie como ellos. Hay muchas maneras de ser único, y no se trata de una cuestión numérica.
Nada provoca tragedias de forma tan estúpida como los celos, y nada es más estúpido que los celos retroactivos. Lo hecho, hecho está, y cada uno es lo que hizo. Soy así por todas las personas a las que he querido, mi pequeña reivindicación de la libertad. Hay que reírse de los propios celos para vencerlos. Un amigo tuvo una novia que había salido con un rockero. En secreto, iba a clases de guitarra para estar a la altura de ese ex. Ignoraba que ella lo dejó porque estaba harta de que le tocara la guitarrita.