La Vanguardia

John Casablanca­s, ‘inventor’ de la modelo moderna

Acaba de estrenarse el documental ‘Casablanca­s, el hombre que amaba a las mujeres’

- ÓSCAR CABALLERO

John Casablanca­s (1942-2013), hijo de industrial­es españoles a quienes la guerra española llevó a Nueva York, donde nace, criado en Europa, inventó la modelo moderna (millonaria: en euros y en followers) con su agencia Elite. Por eso protagoniz­a el documental Casablanca­s, el hombre que amaba a las mujeres. Con su agencia brindó nuevas musas a un sector nada frívolo: mueve anualmente 212.000 millones de euros; casi quinientos mil si se le suma cosmética y perfumes.

Como Roger Vadim que, Brigitte Bardot mediante, imitó a Dios para crear a la mujer, Casablanca dio estrellas a otro cielo. Las flamantes top-models, término que impuso, se llamarán familiarme­nte Linda (Evangelist­a), Naomi (Campbell), Cindy (Crawford), Claudia (Schiffer). O Stephanie (Seymour), amante a sus 16 años de un Casablanca­s de 41 que por ella deja a su segunda esposa y luego es plantado por Stephanie, “la única que me rompió el corazón”.

Las hasta entonces llamadas mannequins eran discretas, elegantes. Una norteameri­cana, Eileen Ford, llamada la sacerdotis­a, les enseñaba buenas maneras, a marchar con un libro en la cabeza, a ser castas o parecerlo. Casablanca­s rompe la baraja. Michael Gross cuenta en un libro de 1995 cómo pasó: “Las mannequins de Eileen Ford lucían collar de perlas, sentaditas con las rodillas muy juntas. Casablanca­s las desnudó y las puso en cuatro patas”.

Playboy de buena familia, con modales vieja Europa, Casablanca­s, según Hubert Woroniecki, exagente de modelos en Elite New York y director del documental, “tenía carisma y un fabuloso instinto del marketing. Se le acusó de haber fundado Elite para rodearse de mujeres guapas. Fue al revés: inventó Elite porque amaba a las mujeres”.

A sus 15 años le expulsan de su chic colegio suizo por llevar una criada a su lecho. Sin diplomas, se “conforma” con el puesto de director de Coca-Cola Brasil. Primer matrimonio y una hija, Cécile, que no verá nacer: ya está con la mujer que cruzó en el hotel parisino donde se alojaba con su esposa embarazada.

Modelo danesa, Jeanette Christians­en le dará un hijo –Julien, hoy líder del grupo Strokes– y un futuro: Casablanca­s despide a su agente y en 1969 crea Elysée 3. Un amigo, el fotógrafo de moda Patrick Demarcheli­er, recuerda sus innovacion­es. “Además de las medidas, las fichas revelaban detalles –‘le gusta bailar’, ‘adora el caviar’– inusuales entonces y hoy habituales”.

Aquello no funciona y tampoco su agencia siguiente, de fotógrafos. En 1972 da con el nombre: Elite Model Management. Le bastan cinco años para darle lustre y cruzar el charco con la que los medias americanos bautizan guerra de modelos. A la agencia de Eileen, una de las dos que controlan el cotarro, le roba sus pupilas más jóvenes y guapas. Eileen ignora que “el maldito francés” tiene nacionalid­ad americana y fracasa en su intento de hacerlo expulsar por intrusismo.

En los ochenta de los golden boys, Casablanca­s impone calendario­s sexys y la presencia de sus modelos en la noche. En 1983 lanza esos concursos que aún hacen soñar adolescent­es (y padres). Sus criaturas desplazan de las portadas a las actrices. Cindy Crawford posa desnuda en Play Boy, luego se casa con Richard Gere. Linda Evangelist­a proclama: “No me levanto por las mañanas por menos de diez mil dólares”. Mantra definitivo de Casablanca­s: “Nos piden sexo, vendamos sexo”.

Playboy de buena familia, con modales vieja Europa, tenía carisma y un fabuloso instinto del marketing

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REALITISM FILMS Fotograma del documental Casablanca­s, el hombre que amaba a las mujeres

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