La Vanguardia

El joven torero Víctor Barrio muere en la plaza de toros de Teruel

El diestro falleció en la arena de una cornada seca cuando estaba caído

- JOAQUÍN LUNA Teruel

Víctor Barrio recibió al toro Lorenzo, de 529 kilos, a porta gayola, arrodillad­o. Buscaba el triunfo, los contratos y abrazar una profesión única. Y encontró la muerte, inmiserico­rde, cuando el toro le había dado una primera cornada en el muslo que le dejó tendido, a merced del destino. Lorenzo lanzó un segundo derrote, muy seco, y el diestro quedó inerte. Todos en la plaza de Teruel hicimos ver que había esperanza pero todos sabíamos que fue levantado sin vida por sus compañeros.

La muerte en la plaza. Sin literatura. Víctor Barrio era el más joven de un cartel bueno para una ciudad en fiestas, Teruel. Tenía 29 años, era segoviano y llevaba cuatro años como matador de toros. Ir a la puerta de toriles a recibir al astado es muestra de arrojo y aviso de ambición. Allí fue, a ganarse contratos y agradar en Teruel, con media entrada. El toro, negro, bragado, de la ganadería aragonesa de Los Maños, salió con fiereza y Víctor Barrio se ganó el primer aplauso de la tarde con esa porta gayola y el último de su vida, corta e ilusionada.

Torero con planta, encarrilab­a bien la tarde. Tras ese tercer toro de la tarde el público merienda. Buena gente, sin las exigencias de plazas capitales. Me fijé en el torero, pelo negro, nariz rotunda, cuando bebía agua en un vaso de acero, cosas antiguas que se mantienen en este mundo anacrónico y único. Estudiaba al toro mientras lo banderille­aban. En minutos, pocos, Víctor Barrio tenía que descifrar, comprender y entenderse con el toro.

Molestaba algo el viento, que descubre al hombre. La primera tanda fue ambiciosa y ya en la segunda se había llevado a la res a los medios, terreno que siempre da ventaja al toro. En el segundo pase, Víctor Barrio retiró la muleta pronto y el viento terminó de descubrirl­e. El toro le lanzó un primer derrote en el muslo y Víctor Barrio quedó en el suelo donde, esta vez, el toro no le perdonó la vida y le lanzó una cornada seca. El pitón había penetrado, entero, en el costado derecho. Cuando los subalterno­s sacaron al animal y todos los matadores –que estampa de compañeris­mo– le alzaron a peso la muerte ya estaba allí. Todos supimos que era una cogida mortal, la plaza guardó silencio, un silencio que nos acompañará el resto de nuestras vidas. Un grandioso Curro Díaz estoqueó a Lorenzo y aún tuvo esa fuerza de la que muchos se burlarán y otros vimos como un gesto de grandeza infinita para lidiar al cuarto. Fue entonces cuando la noticia corrió por el callejón, los tendidos y el mundo se nos vino abajo.

Descansa en paz, torero.

 ?? ANTONIO GARCÍA / EFE ?? Momento de la cogida de Víctor Barrio
ANTONIO GARCÍA / EFE Momento de la cogida de Víctor Barrio

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain