La Vanguardia

‘Big data, small festival’

El Cruïlla planea una segunda cita de seis conciertos en otoño

- Ignacio Orovio Barcelona

Toni se casa. También se casan Aaron y Marina.

La diferencia entre el primero y los segundos es que el primero viaja hacia algún antro este sábado por la tarde en el metro, en la línea 4, con su pandilla, que no paran de gritar “¡viva los novios!” cada treinta segundos, como si a alguien le importara. Toda la banda lleva la misma camiseta: Toni se casa. Barcelona, meca de las despedidas de soltero.

Los segundos están en uno de los lugares posiblemen­te más tranquilos de la ciudad a la misma hora, que es el recinto del Fórum, donde se celebra el festival Cruïlla y donde este sábado van a actuar el que fuera líder de los Led Zeppelin, Robert Plant, los británicos James, célebres en los noventa con una serie de himnos generacion­ales

o los Alabama Shakes, la fiesta de dicho estado americano, con tres premios Grammy en el 2016, entre otros. El festival tiene una voluntad explícita de cercanía, y por ello son posibles circunstan­cias como la que sigue: la organizaci­ón del festival, que celebra hasta hoy su séptima edición, recibió hace unos días un correo electrónic­o de Aaron Porlan. Un chaval de Granollers. Explicaba que había conocido a su chica, Marina Montalà, en el Cruïlla de hace cuatro años y que quería pedirle matrimonio de nuevo allí. La organizaci­ón, ni corta ni perezosa, habló con Marina, la cantante de Chambao, y le propuso que mediara. Los hizo subir, y Aaron le pidió que se casaran. Ella dijo “sí”. La fiesta siguió.

Este tipo de cosas son posibles en el festival Cruïlla, y la dirección quiere que sigan ocurriendo.

Para ello, no quiere superar el listón del viernes, en que agotó las 22.000 entradas a la venta. Podría aumentar la cuenta de resultados, pero prefiere que el recinto siga siendo un lugar amable.

Para ello, va a echar mano –está echando– del big data. El análisis de datos de sus usuarios. Ayer, sin ir más lejos, preveía localizar a sus usuarios que cumplían años tal día como un 9 de julio para invitarlos a una copa de cava y un pedazo de tarta. Para ello, dependía de si tenía el móvil de todos ellos. Eran algo más de 50, explicaba la directora de marketing del Cruïlla, Olga Peñalba. 22.000 entre 365 daría 60,27: ya es eso.

También preveían invitar a una copa a los mayores de 60 años, pero había una duda: ¿se habrán descargado la app?

El Cruïlla quiere establecer una relación diferente con sus asistentes. “Nuestra idea es no llegar a pasar de 25.000”, promete Jordi Herreruela, el director. La noche del viernes, con 22.000, su récord, “todo respiraba, estábamos cómodos, los lavabos no olían mal. Yo no quiero ir a un festival y ver a Radiohead en una pantalla”. Joana, una incondicio­nal de varias ediciones del Cruïlla, lo agradece. “No tiene nada que ver con otros festivales o conciertos. Puedes hacerte un masaje entre concierto y concierto”. O jugar al ping-pong, hacer grafitis o decir “sí” a los muchachos de Amnistía Internacio­nal que buscan matrimonio.

Esta es una de las ideas centrales del Cruïlla. “Tal como se consume ahora la música, con el gran acceso que hay a toda clase de bandas, no podemos montar festivales para superfans, dispuestos a tolerarlo todo. La gente picotea mucha música, y si no le satisface la experienci­a del directo, dejará de asistir”, analiza Herreruela. Una idea que el Cruïlla va a lanzar en pocos días es la de hacer precio especial no al más rápido con el wifi (los abonos del 2017 saldrán a la venta el martes) sino a quien haya acudido al me- nos dos veces antes. Fidelidad.

Y aún más. Dado el perfil del público y de los artistas contratado­s (causa/consecuenc­ia), el Cruïlla prevé celebrar una edición de invierno, no tanto como festival sino como ciclo. Será entre finales de octubre e inicios de diciembre, constará de media docena de fechas y será anunciado en breve. La organizaci­ón detecta un target sin cartel adecuado en otras de las citas locales. El 90% del público procede del área metropolit­ana de Barcelona.

Los James, por ejemplo fueron etiquetado­s en los noventa (?) como “los nuevos Smiths” y, tras un parón entre el 2001 y el 2007, han vuelto a la carga, pero posiblemen­te tienen poco encaje en otros festivales o giras. También tuvo mejor pasado la estrella de la noche, Robert Plant, al menos si nos atenemos a los temas que más corea su público: los que fueron

de Led Zeppelin. Los Love of Lesbian, por su parte, son protagonis­tas nueve horas antes de su aparición en el Cruïlla, cuando son trending topic ¡mundial! por alguna polémica de origen desconocid­o porque alguien ha lamentado lo de “lesbian” siendo chicos y heterosexu­ales. Su actuación, prevista para las 0.45 de anoche, se preveía que sería una de las cimas del Cruïlla.

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El cantante de James se lanza al público durante su actuación en el festival de música Cruïlla
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LA VANGUARDIA Fotomatón La Vanguardia Corner. Los asistentes al Cruïlla tienen la oportunida­d de llevarse un recuerdo de su paso por el festival gracias al fotomatón gratuito instalado en La Vanguardia Corner. Las diez mejores fotos de cada jornada se publican en...
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ÀLEX GARCIA

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