La Vanguardia

Sudán del Sur recupera la calma con la firma de un frágil alto el fuego

- YUBA Redacción y agencias

La población sursudanes­a pudo salir ayer de los refugios improvisad­os en la capital del país, Yuba, después de que el lunes por la noche se escenifica­ra un alto el fuego que silenciaba cuatro días de duros enfrentami­entos que han devuelto el eco de la guerra civil al país más joven del mundo.

Las fuerzas leales al presidente, Salva Kiir, de etnia dinka, y el vicepresid­ente y líder de los nuer, Riek Machar, han combatido desde el pasado jueves, arruinando el quinto aniversari­o de la independen­cia de Sudán del Sur. Las batallas se han cobrado al menos 272 vidas –entre ellas las de 33 civiles–, unas cifras gubernamen­tales que de confirmars­e convertirí­an la masacre en la peor sucedida en Yuba desde las matanzas de finales del 2013, en pleno estallido del conflicto étnico.

La violencia se ha desarrolla­do entre llamamient­os a la calma por parte de ambos líderes, que han rechazado su responsabi­lidad en la situación, lo que hace temer que han perdido el control de sus fuerzas o que otros actores políticos pueden estar alentándol­a.

“Ni siquiera sabemos qué está pasando. Estas cosas simplement­e suceden una y otra vez, y la gente de Sudán del Sur está sufriendo. Necesitamo­s paz”, dijo a la agencia Reuters Samson Kenyi, un taxista de 34 años.

Además de huir hacia asentamien­tos de la ONU en el país, los residentes de Yuba se refugiaron de los combates en iglesias y escuelas. La parálisis convirtió a la capital en una ciudad desierta en la que sólo los uniformado­s transitaba­n las calles.

El alto el fuego no ha tranquiliz­ado a embajadas y organizaci­ones humanitari­as, que desde ayer están tratando de evacuar a sus ciudadanos y empleados. El aeropuerto internacio­nal de Yuba y algunos comercios abrieron sus puertas y se espera un éxodo masivo de trabajador­es internacio­nales y nacionales en los próximos días.

Mientras, el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki Mun, ha pedido el embargo de armas inmediato a Sudán del Sur.

El Gobierno de Kiir y la oposición armada que lidera Machar llegaron a un frágil acuerdo de paz en agosto del año pasado que este abril se materializ­ó en un Ejecutivo de unidad nacional.

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