Sólo cortesía

Henry James y Joseph Conrad fueron vecinos en la campiña inglesa y cuando se encontraban hablaban con gran pompa y admiración el uno del otro, y sólo en francés. En la conversación, no pasaba medio minuto que James no exclamara “Mon cher confrère!” (mi querido colega), a lo que Conrad respondía con igual frecuencia “Mon cher maître!” (mi querido maestro). Si Mariano Rajoy y Pedro Sánchez sintieran mutuamente igual respeto y entusiasmo, ideologías aparte, es posible que fuera más fácil desatascar la política española. Ayer, los líderes popular y socialista volvieron a reunirse en la misma sala del Congreso de los Diputados en la que ya se vieron el último 12 de febrero. Por lo menos en esta ocasión se dieron la mano, así que en el terreno de la cortesía algo se ha avanzado. Pedro Sánchez urgió a Mariano Rajoy a que busque una mayoría con sus aliados potenciales y mantuvo la incógnita sobre sus siguientes pasos. “A día de hoy, el PSOE reafirma su voto en contra”, manifestó a la salida el secretario general del PSOE, en una frase cargada de cautelas.

En apenas veinticuatro horas, el presidente en funciones ha conocido que Ciudadanos se abstendrá en la segunda vuelta y que el PSOE tiene previsto votar contra su investidura. Ciertamente, si Rivera hubiera llegado a un acuerdo para darle el sí, habría puesto toda la presión a los socialistas. No va a resultarle fácil a Rajoy ser elegido en la primera semana de agosto. El reloj empezaría a contar el día 3, cuando se votará al candidato del PP. Y por lo bajo, el presidente en funciones, que se siente fuerte tras haber conseguido catorce escaños más en las últimas elecciones, amenaza con que, en el peor de los casos, podrían volver a verse las caras el 27-N.

Nadie quiere elecciones, pero Rajoy presume de que, si las hay, el PP seguirá subiendo. El tiempo del acuerdo se acaba. Y todos tendrán muy difícil mirar a a los ojos de los ciudadanos para decirles: vamos a por las terceras.