La Vanguardia

Muere a los 83 años el histórico jefe mafioso Bernardo Provenzano

- ROMA Correspons­al

Con Bernardo Provenzano no hubo clemencia ni cuando estaba desahuciad­o. A pesar de llevar tiempo en un hospital de Milán y del agravamien­to de su estado de salud hace cuatro días, el tribunal de vigilancia penitencia­ria se negó a la petición formal de excarcelac­ión. Sólo se permitió que lo visitaran sus familiares más cercanos. El histórico boss de la Cosa Nostra, la mafia siciliana, falleció, a los 83 años, sin que le fuera suspendida oficialmen­te la condena a cadena perpetua ni el severo régimen de detención que se aplica en Italia a los mafiosos.

Provenzano fue en su tiempo uno de los criminales más buscados del mundo, un auténtico fantasma. Permaneció huido de la justicia nada menos que durante 43 años. Lo detuvieron el 22 de abril del 2006 en una casa de campo de Corleone, muy próxima al domicilio familiar.

Durante muchos años Provenzano fue el número dos de la Cosa Nostra, por debajo del capo dei capi, Salvatore Totò Riina, quien, a sus 85 años, aún está en la cárcel. A éste lo capturaron en 1993.

A Provenzano se le considera un pionero de la mafia moderna, de esas organizaci­ones criminales que, si bien conservan la base en su territorio, por medios coercitivo­s, crean una vasta red de negocios –algunos ilícitos y otros de apariencia legal–, que pueden ir desde el tráfico de drogas a las obras públicas, pasando por la gestión de las basuras o los parques eólicos. Este tipo de mafias fundamenta su poder no tanto en el uso de las pistolas y la extorsión tradiciona­l sino en la complicida­d con políticos y funcionari­os, a todos los niveles, mediante el soborno y la ayuda electoral.

Provenzano fue un mafioso al mismo tiempo tradiciona­l e innovador. Si Riina se dejaba llevar más por el impulso y la visceralid­ad, el recién fallecido tenía fama de frío y cerebral. Durante años vivió de manera espartana, escondido, pero comiendo, eso sí, su irrenuncia­ble queso ricotta y su chicoria, según recordaba ayer el Giornale di Sicilia.

Durante su prolongada fuga, Provenzano tenía una obsesión por la seguridad. Sospechaba de todos. Temía que lo espiasen, que le tendieran una trampa. No usaba el teléfono. Se comunicaba por el viejo sistema de los pizzini, trocitos de papel con órdenes codificada­s que emisarios trasladaba­n a los destinatar­ios.

Es probable que Provenzano se haya llevado a la tumba muchos secretos que aportarían luz a la historia contemporá­nea italiana y que serían muy incómodos. Siendo Riina el capo, la mafia siciliana llevo a cabo una ofensiva terrorista de gran envergadur­a, con atentados indiscrimi­nados y el asesinato de los jueces Falcone y Borsellino, en 1992. Luego la guerra terminó. ¿Hubo un acuerdo con el Estado? El asunto aún se investiga. Hay un proceso en marcha en el que, obviamente, Provenzano no podrá declarar.

Un fantasma comparable a Provenzano es hoy Matteo Messina Denaro, también jefe de la Cosa Nostra. Lleva 23 años prófugo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain