La Vanguardia

Turquía abre la puerta a la aceptación del régimen de El Asad

- RICARDO GINÉS Estambul. Correspons­al

Al flamante primer ministro turco, Binali Yildirim, no le queda otra alternativ­a que buscar una normalizac­ión de las relaciones con el régimen de Damasco, hizo saber ayer en televisión. La necesidad de “luchar contra el terrorismo” y estabiliza­r la región implica dar este paso, remarcó el premier después de que Ankara insistiera durante los últimos años en la salida de Bashar el Asad como única solución a la guerra civil que asuela al país vecino.

Si bien no está claro hasta qué punto Ankara está ahora dispuesta a hacer las paces con el mandatario sirio –ni cuándo piensa hacerlo si fuera el caso– lejos parecen quedar los días en los que se afirmaba desde la capital turca que mientras El Asad se mantuviera en el poder no sería posible la paz. De hecho, hace poco más de un mes –el pasado 10 de junio– el hombre fuerte de la política turca, el presidente Recep Tayyip Erdogan, calificaba en Estados Unidos a El Asad como “un asesino que ha matado a 600.000 de sus ciudadanos” y que practica “el terrorismo de Estado” forzando a 12 millones de sirios a huir.

Ayer, freno y marcha atrás en forma de U con un rechinar de neumáticos de los que dejan huella: “Es nuestro mayor e irrevocabl­e objetivo: el desarrollo de buenas relaciones con Siria e Iraq”, enfatizó Yildirim en declaracio­nes transmitid­as en directo por la televisión turca.

De este modo, Yildirim –rayo, en turco– avanza desde que asumió en mayo su mandato como primer ministro a la velocidad del relámpago hacia un giro de 180 grados en la política exterior. No solamente expresa la necesidad de algo impensable hasta hace bien poco en relación con los dos países carcomidos por el Estado Islámico (EI), Siria e Iraq, sino que lo hace después de normalizar de forma exitosa las relaciones bilaterale­s tanto con Rusia como con Israel. Y no se queda ahí: Ankara debe aumentar sus vínculos diplomátic­os en toda la región, incluyendo a los países alrededore­s del mar Mediterrán­eo y del mar Negro, reclamó ayer.

La diplomacia de su antecesor en el cargo y exministro de Exteriores, Ahmet Davutoglu, había sido nefasta en este sentido puesto que después de varios incidentes bilaterale­s de diverso calado, Ankara llegó a romper tanto con Siria como con Rusia, Israel, Egipto, Libia, Yemen, Austria y el Vaticano.

Pero si Yildirim aboga ahora por la necesidad de “luchar contra el terrorismo” no lo hace de forma baladí: desde enero del 2015 Turquía ha sufrido, según Ankara, 468 ataques terrorista­s y un 76% de ellos ha sido atribuido a la organizaci­ón armada Partido de los Trabajador­es del Kurdistán, el PKK. Las misiones diplomátic­as francesas no podrán celebrar hoy su fiesta nacional por medidas de seguridad. En Estambul, la ciudad principal turca, ha habido seis atentados desde el pasado diciembre. El último, con 45 muertos y casi 300 heridos en el aeropuerto de Atatürk, ha sido atribuido al EI. La misma organizaci­ón que, según los expertos en la banda Michael Weiss y Hassan Hassan –autores de El Estado Islámico. En el corazón del ejército del terror–, está colaborand­o con el régimen de Damasco.

El primer ministro sorprende al abogar por normalizar la relación con Damasco ante la amenaza terrorista

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