China promete proteger su soberanía marítima tras el veredicto de La Haya
Pekín amenaza con crear una zona de defensa aérea en el mar de China Meridional
Las autoridades chinas dieron ayer una de cal y otra de arena veinticuatro horas después de que el Tribunal Permanente de Arbitraje de La Haya negara a China sus derechos de soberanía sobre gran parte del mar Meridional, en favor de Filipinas. Pekín anunció que adoptará todas las medidas necesarias para proteger su soberanía en el mar de China Meridional y amenazó con crear una zona de defensa aérea. Pero al mismo tiempo tendió la mano a Manila en busca de un acuerdo. Una ambivalencia que pone de manifiesto la encrucijada en que se encuentra el presidente chino Xi Jinping tras el fallo.
El viceministro de Asuntos Exteriores chino, Liu Zhenmin, se encargó de demostrar ayer que los dirigentes del gigante asiático tienen muy claro que una cosa es el fomento del nacionalismo enfebrecido para uso doméstico y otra muy distinta el pragmatismo diplomático internacional.
Un día después de que el régimen comunista sufriera su mayor fracaso en política internacional de los últimos años, al rechazar el tribunal de La Haya los derechos históricos sobre las aguas del Mar de China Meridional, el número dos del ministerio de Exteriores no vaciló en hacer uso del palo y la zanahoria.
Durante la presentación en Pekín de un libro blanco con más de un centenar de argumentos que explican la posición china respecto a las disputas que mantiene en estas aguas, Liu Zhenmin advirtió sobre los riesgos de conflicto que puede provocar el veredicto de La Haya. Tras calificar la sentencia de “injusta” y de “papel mojado”, acuso veladamente a Estados Unidos de estar detrás de la resolución y advirtió de que “no hagan del mar de China Meridional el origen de una guerra”.
El viceministro de Exteriores afirmó que su país no vacilará en adoptar todas las medidas necesarias para proteger su soberanía nacional en la zona. Avanzó que Pekín tenía el derecho de establecer una zona de identificación de defensa aérea (ADIZ, en sus siglas en inglés) si considera que su seguridad e intereses se ven amenazados. Una iniciativa que condicionó “al nivel de amenaza a que nos veamos sometidos”.
Pero pese a amenazar con esta ADIZ y dar a entender que Pekín no dará un paso atrás en sus rei- vindicaciones, Liu tendió la mano a Filipinas y reiteró que China quiere “volver a la mesa de negociaciones para resolver las disputas y mejorar las relaciones una vez culmine el proceso”.
Una actitud sin duda más pragmática y conciliatoria que la mostrada por la prensa oficial en sus portadas, que alimentaba el nacionalismo más recalcitrante. El China Daily advertía con mayúsculas, junto a una foto enorme de Xi Jinping, que “en ninguna circunstancia nuestra soberanía y nuestros intereses marítimos se verán influenciados por esta sentencia”. Y el Diario de la Juventud, por su parte, mostraba una caricatura del tío Sam manipulando una marioneta que simulaba ser el expresidente filipino Aquino, bajo el título “¿Quiénes son los
MANO TENDIDA El viceministro de Exteriores reitera a Filipinas que China quiere negociar
FIEBRE NACIONALISTA
La prensa oficial descalifica el fallo de La Haya y acusa a EE.UU. de manipular
impulsores de esta farsa arbitral?”.
La realidad es que el veredicto emitido por La Haya sitúa en una difícil encrucijada al presidente Xi Jinping, que desde su acceso al liderazgo del gigante asiático no ha vacilado en alimentar el nacionalismo y alentar a las fuerzas armadas a desarrollar sus instalaciones en los islotes del mar Meridional de China.
Ahora deberá optar por demostrar que es el presidente de la segunda potencia mundial, aceptar el fallo de un organismo de la ONU y convencer a su país de que la madre patria no ha sido humillada por los poderes extranjeros (resentimiento histórico que alimenta el nacionalismo chino) o bien asumir que este fallo es una ofensa para el pueblo chino. Un reconocimiento de que la estrategia del Partido Comunista en este asunto ha sido un rotundo fracaso. En cualquier caso, un dilema difícil para Xi Jinping.