La Vanguardia

A por las terceras

- Fernando Ónega

Qué noche la de aquel día. España había votado, el PP era el ganador, el balcón de Génova hervía de sonrisas de triunfo, el público cantaba “Soy español”, un Montoro feliz se mezclaba con el pueblo aplaudidor y Mariano besaba a Viri entre estallidos de flashes y entusiasmo de los fieles. Pasaron algo más de dos semanas, y parece una escena antigua. La dura verdad es la que dijo Pedro Sánchez: a pesar del tiempo transcurri­do, el PP de las victorias no ha conseguido ni un apoyo para ser el próximo gobierno de la nación. Si 137 escaños había aquella noche, 137 escaños hay diecisiete días después. Lo que Fraga llamaría “la mayoría natural” está difuminada: la pata de Ciudadanos no pasa de la abstención; la pata catalana incita al PSOE a intentar otra mayoría; la pata vasca no encuentra clima para su voto a favor. Estamos como hace seis meses. El fantasma de la repetición de urnas se ha vuelto a instalar en el Congreso de los Diputados y en la incredulid­ad de los contribuye­ntes.

“A fecha hoy”, como dicen los oradores, todo está abierto y nadie sabe cómo terminará. Todo es misterioso, porque uno tras otro aseguran que no habrá terceras elecciones, pero nadie dice cómo las piensa evitar. Todo suena a truco, porque líderes y portavoces hablan de tener gobierno, como si escondiera­n un as en la manga que sacarán en el momento oportuno. Todo tiene un inevitable aire de disimulo. Y la música, sin embargo, suena coherente: Rajoy quiere gobernar porque ha ganado; Sánchez le deja la iniciativa porque le reconoce la victoria; Rivera proclama su autonomía colaborado­ra… Quizá sea lo que dijo el presidente en funciones: que esto ha sido una primera exploració­n y la verdad vendrá cuando se pongan a hablar. Es la única y tenue esperanza que se pudo escuchar.

¿Cuál es el factor que condena a España a otro periodo de provisiona­lidad e incertidum­bre? Varios: 1) La lucha por la superviven­cia del PSOE, un partido maniatado por el miedo a ser devorado por Podemos y a dejarle la exclusiva de la oposición, y eso le impide dar un mínimo apoyo a la derecha. 2) La necesidad de Ciudadanos de reafirmar su identidad para demostrar que, frente al voto útil reclamado por Rajoy, sirve para algo más que para sostener al PP. 3) Las consecuenc­ias del manejo de la mayoría absoluta: hay mucho agraviado de la última legislatur­a que ha creado un clima “antimarian­o” que impide incluso el diálogo. Y 4) El procedimie­nto: hasta ahora, el PP buscó adhesiones en nombre de un difuso patriotism­o, sin nada a cambio. Desde ayer hay un documento-oferta que suena demasiado a programa de Rajoy: tampoco servirá.

Solución: hay que volver a empezar. Y que Rivera, Sánchez y demás puedan plantear sus aspiracion­es; su precio por el apoyo. Así se inician los grandes pactos. Si no se hace con esa lógica, teman ustedes lo peor: a alguien le empieza interesar la repetición de elecciones. Pronto sabremos a quién.

Todos dicen que no habrá elecciones, pero nadie explica cómo se evitarán

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