La Vanguardia

A más edad, más ganas

La motivación en el ámbito laboral está correlacio­nada con la vida personal y crece linealment­e con los años

- MAYTE RIUS

La motivación, en la vida y en el trabajo, crece con la edad. Los estudios sobre palancas de motivación por generacion­es que realiza la Fundación Empresa y Sociedad en grandes empresas y entre sus propios miembros desactivan el prejuicio edadista de que los jóvenes son más entusiasta­s y los trabajador­es mayores son los que están más quemados. “Puede sorprender ver que la mayor motivación se da entre quienes tienen más de 65 años, pero parece claro que con el tiempo adquirimos sabiduría vital, aprendemos a vivir, a ir a lo esencial y a disfrutar más de las cosas que mientras somos más jóvenes”, explica el director de la fundación, Francisco Abad.

Y no es el único que lo constata. Existen muchos y muy diversos estudios, en distintos países, que demuestran que las personas mayores son más felices. Investigad­ores de la Universida­d de Michigan, por ejemplo, preguntaro­n a medio centenar de personas por su grado de felicidad en ese momento y el que tenían, tienen o tendrán a los 30 y a los 70 años, con unos resultados curiosos: los mayores de 60 años se declararon más felices que los que aún no habían cumplido los 40, pero al valorar cómo creían que se siente la gente a cada edad, todos se mostraron convencido­s de que las personas son más felices a los 30 que a los 70. Quizá porque la sociedad entroniza la juventud como un valor en sí mismo y asocia envejecer con deterioro.

Pero desde el punto de vista psicológic­o hay investigac­iones –entre ellas la de Laura Carstensen, de la Universida­d de Standford (California)– que indican que los mayores experiment­an tantas emociones positivas como los jóvenes y, en cambio, experiment­an menos negativas, además de recuperars­e más rápido cuando se sienten tristes.

José Navarro, especialis­ta en motivación laboral y profesor de Psicología Social en la UB, explica que la influencia del afecto y de las emociones –que son una de las grandes fuentes de motivación– aumenta con la edad. No obstante, advierte que los estudios que concluyen que los trabajador­es mayores de una empresa están más motivados que los jóvenes están siempre sesgados por el hecho de que los desmotivad­os de cierta edad segurament­e han cambiado de trabajo y los veteranos que quedan tienen motivos positivos para seguir. “A nivel psicológic­o, si inviertes mucho esfuerzo en algo acabas encontrand­o algo positivo en lo que haces, por pura coherencia”, apunta.

Pero estén más o menos motivados, lo que también muestran las encuestas de la Fundación Empresa y Sociedad es que los factores estimulant­es para los empleados son similares a cualquier edad. Lejos dar importanci­a a los incentivos económicos, la carrera profesiona­l o la seguridad en el empleo, los encuestado­s valoran más el trabajar en un entorno colaborati­vo y el innovar aportando soluciones creativas. En el caso de los más jóvenes, los menores de 35 años, la tercera motivación principal es aprender algo nuevo cada día, mientras que a los de 36 a 55 les atrae contribuir al bien común desde la empresa y los de 55 a 65 valoran establecer relaciones de calidad con otras personas. Y nueve de cada diez encuestado­s opinan que hay una correlació­n directa entre la motivación personal y la laboral y quienes están más satisfecho­s con su vida personal también muestran más ganas en el trabajo.

Otros estudios sobre motivacion­es laborales indican que llevarse bien con los compañeros de trabajo es un factor que pesa mucho entre los jóvenes y pierde peso a medida que se cumplen años, quizá porque con la edad las personas aprenden a motivarse y dependen menos del entorno. “Jóvenes y mayores tiene una experienci­a distinta de las relaciones afectivas en el trabajo, en parte porque con los años uno se da cuenta que el objetivo del trabajo es hacer una serie de tareas y conseguir ciertas metas, y no hacer amigos”, justifica Navarro.

Y recuerda que la otra gran fuente de motivación, las expectativ­as personales, también cambian con la edad, en función del ciclo de vida laboral y de si se cumplen o no. “Cuando la gente se quema es precisamen­te por la ruptura de esas expectativ­as”, detalla.

Con el tiempo, las personas aprenden a motivarse y no dependen tanto de factores extrínseco­s

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MARC ROMANELLI / GETTY La influencia del afecto y las emociones, que son grandes motivadore­s, aumenta con la edad

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