Compromiso con su tiempo
PETER BACCHUS (1954-2016) Músico, compositor
Peter Bacchus llegó a Barcelona hace más o menos un cuarto de siglo para vivir en ella, donde acaba de fallecer después de una enfermedad que llevó en silencio y con una delicadeza casi etérea para sí mismo y para los demás, como señala Francesca Galofré. Había nacido en Nueva Jersey en 1954, y circunstancias de la vida le trajeron a estas costas desde Nueva York, donde desarrollaba habitualmente sus actividades en ambientes musicales diversos.
Músico muy comprometido con su tiempo, encontraba en la práctica un sustento vital, tanto como intérprete –con su instrumento, la flauta– como compositor y aún como director. En este último sentido, que en realidad engloba las otras perspectivas, uno de sus trabajos relevantes y recientes fue la creación y dirección del Grup21, un conjunto de instrumentos diversos con el que comenzó a trabajar en Barcelona en el 2002, organizando pequeños ciclos anuales destinados a introducir la música de compositores catalanes, españoles y de otros países en nuestra vida musical.
La formación de Bacchus como compositor había girado en torno a dos personalidades. Una, estadounidense y muy vinculada al movimiento y dinámicas musicales de aquel país, como John Corigliano (1938), de amplia y reconocida trayectoria en la música clásica, y cuya incursión en la música para cine obtuvo el Oscar de 1999 por The red violin. La otra, la del catalán, residente en París, y profesor en la Schola Cantorum, Narcís Bonet (1933).
Dos personalidades, dos escuelas musicales que incidieron en la formación y perfil de Bacchus, ya que sus intereses fueron de una amplitud tal que, partiendo del jazz, centrado en lo clásico, transitó por territorios del teatro y el cine. Precisamente recuerdo uno de sus conciertos de hace pocos años en el que el Grup21 interpretó La pell de brau de Bonet. La influencia de la cultura catalana le llevó a incursiones en la cobla, con unas Variaciones para el singular conjunto.
La tarea de Bacchus como compositor
ha dado lugar a un catálogo importante, que nuestra escasa vida musical vinculada al arte contemporáneo no dejó traslucir, aunque sí fueron muestra de su nivel obras que tuvieron repercusión como el Magnificat (2005, para metales, órgano, piano, percusión y coro con solistas) o la Missa Brevis del 2008, ambas solicitadas por el Cor Vivaldi encargado de su estreno (pueden verse detalles en los archivos de La Vanguardia). Obras de gran interés y que mostraron una personalidad interior en un género con gran capacidad de comunicación. Para la flauta, se reconocen méri- tos de excepción en obras como Fantasy on Syrinx y Fantasy on the Allemande of the Partita ,y para orquesta el mismo compositor subrayaba su The Wind in Tall Trees que estrenó en Estados Unidos.
Muy imbricado en la vida musical del país, incluso en la enseñanza; afable, cordial, Bacchus trabajaba muy recientemente en proyectos con un verdadero perfil innovador, intentando que la música de hoy llegase y convenciese al oyente. Lo echaremos de menos. Descanse en paz.
Creó en Barcelona el Grup21, un conjunto instrumental con el que promovía a otros compositores