De los ‘colleges’ al Parlamento francés
Las agresiones sexuales no son producto de un nivel de instrucción bajo, se producen también en ambientes instruidos y sofisticados
Las violaciones y las agresiones sexuales no son patrimonio de individuos de nivel económico o educativo bajo. Se producen también en los ambientes más instruidos y sofisticados, como en los campus universitarios o los pasillos de un Parlamento europeo. En estos entornos, el problema se ha tapado durante mucho tiempo para no dañar la imagen de las instituciones y las brillantes carreras de algunos depredadores sexuales.
El caso del exdirector del Fondo Monetario Internacional (FMI) Dominique Strauss-Kahn resulta paradigmático. Hasta que en el 2011 no fue detenido en Nueva York acusado de abusar de la camarera de su hotel, logró camuflar su historial de acosador. Y hace apenas un mes, un juez norteamericano redujo drásticamente la pena de seis meses de prisión solicitada por el fiscal para un alumno de la Universidad de Stanford pillado in fraganti mientras violaba a una estudiante desfallecida por efecto del alcohol tras un contenedor de basura. El argumento del magistrado para evitar la prisión al universitario de 20 años –y deportista de alto nivel– no fue otro que el de no obstaculizar su “prometedor futuro” por lo que venía a considerar como error de juventud.
Según un estudio de la Asociación Americana de Universidades, una de cada cinco universitarias de EEUU ha sido objeto de agresiones sexuales. En los campus de Yale o Harvard el tabú ha empezado a levantarse a raíz de las denuncias de las víctimas. Y el lema ‘No es no’ se extiende como la pólvora. Las redes sociales, utilizadas a menudo para denigrar a las acosadas, han servido también para dar visibilidad al problema. La impactante confesión de la escritora Jessica Knoll –salvajemente violada por varios compañeros de un instituto de la alta sociedad mientras estaba bebida– en el blog de la actriz Lena Durham ha sido compartida millones de veces. Para combatir situaciones como esta, que también se producen en los campus europeos, la ONG internacional Protect Consent ha lanzado una campaña bajo el lema “El consentimiento es simple: si no es sí, es no”.
Algunas diputadas francesas también han vivido en sus carnes la persecución sexual por parte de sus propios compañeros de escaño. El pasado mes de mayo, el dirigente de los verdes Denis Baupin, de 53 años, y uno de los seis vicepresidentes de la Asamblea, tuvo que dimitir de su cargo tras ser denunciado por acoso por ocho mujeres, la mayoría compañeras de partido.
La hipocresía de Baupin al participar en una campaña contra la violencia de género impulsó a las políticas a romper el silencio sobre este. “Me bloqueó contra el pasillo cogiéndome por el pecho e intentó besarme”, describió Sandrine Rousseau, miembro de los verdes. En el momento del asalto, en el 2011, era una joven poco conocida. Cuando le comentó lo sucedido a un compañero de formación este se limitó a decir: “¡Ah! ¡Ha recomenzado!”.
UN PELIGROSO 20% Una de cada cinco universitarias de EE.UU. ha sido objeto de alguna agresión
CONFLICTO AL DESCUBIERTO Las redes sociales, usadas para denigrar a las acosadas, dan visibilidad al problema