El golpe aflora la tensión acumulada entre Washington y Ankara
El Gobierno turco recela de un aliado que acoge al clérigo Fetulah Gülen
La gran paradoja de Recep Tayyip Erdogan, según los expertos.“Esta es una victoria de la era digital y de las redes sociales”, sostuvo Soner Cagaptay del Washington Institute en un comentario en la NPR, la radio pública estadounidense.
El presidente turco se ha caracterizado por encarcelar a opositores y a periodistas, y por ensombrecer los medios on line como armas de la disidencia.
A la sorprendente noticia del golpe de Estado, a los funcionarios del Departamento de Estado o de la CIA les ha chocado más incluso que Erdogan echase mano de su iPhone, y del Facetime, para incitar al apoyo popular frente a la ocupación militar de la televisión analógica.
Estados Unidos, como otros miembros de la OTAN, que ayer no consideró necesario convocar un encuentro de urgencia, tuvo una reacción de cautela. Algunos sostienen que excesiva. El ejecutivo de Ankara es una pieza determinante en la geoestrategia de la Alianza Atlántica en la zona de máximo conflicto mundial, punto de partida de los bombardeos contra el Estado Islámico (EI) y muro de contención para la llegada a Europa de refugiados.
A su vez, el liderazgo de Erdogan ofrece dudas “razonables” sobre su implicación en el combate al EI. La intentona golpista no ha hecho más que aflorar la mucha tensión acumulada.
La Casa Blanca se tomó su tiempo antes de hacer un potente pronunciamiento en contra del alzamiento. Obama expresó su “apoyo al gobierno de Turquía elegido democráticamente”. El presidente mantuvo ayer una reunión con su equipo de seguridad y reiteró “el inquebrantable apoyo” al ejecutivo turco. Obama tiene claro que en medio del polvorín, no se precisa más pólvora. La situación la resumió Richard N. Haas, presidente del Council on Foreign Relations en declaraciones al The New York Times. El golpe supone “un dilema para Estados Unidos y los gobiernos europeos: ¿das apoyo a un intento no democrático o a un líder cada vez más antidemocrático?”, planteó Haas.
Erdogan, fortalecido tras las asonada, señala al clérigo Fetulah Gülen, exiliado en EE.UU., como instigador del golpe y pide a Washington que lo extradite. Su primer ministro ha declarado que el país que acoge al Gülen no puede ser aliado de Turquía. El clérigo vive en una granja de Pensilvania desde 1999. El secretario de Estado,
Obama da un respaldo “inquebrantable”, consciente de que Turquía es un aliado clave en la zona
John Kerry, aseguró que cuando reciba una orden formal de extradición la estudiará pero que necesitará pruebas contra Gülen.
Entre tanto, el Pentágono lamentó haber tenido que suspender sus operaciones de vuelo desde la base turca de Inclirk, punto de despegue de los bombardeos contra el EI. Las autoridades turcas cerraron el espacio aéreo a los aviones militares. Al poco, Estados Unidos suspendió los vuelos comerciales en las pistas de Ankara y Estambul.