La Vanguardia

Gülen, el clérigo ahora culpado, fue el gran aliado de Erdogan

- BARCELONA Redacción

Fetulah Gülen es lo que podría considerar­se un teólogo islámico, un intelectua­l y un gran orador; incluso lo tildan de predicador, algunos en el bueno y otros en el mal sentido. Auto exiliado de Turquía en 1999, fue durante años el gran amigo y aliado del presidente Erdogan, especialme­nte en los primeros años de mandato, cuando los dejes autoritari­os del mandatario turco no habían aparecido. Erdogan culpa a Gülen de ser el promotor o el instigador del golpe de estado fallido del viernes por la noche.

No se trata, ni mucho menos, de la primera ocasión en que Erdogan culpa al teólogo de querer derrocarle “desde Pensilvani­a”, como dice el premier turco en alusión al estado norteameri­cano donde vive Gülen. Su enemistad se desató con virulencia cuando empezaron a proliferar procedimie­ntos judiciales por corrupción que afectaban al entorno de Erdogan, especialme­nte a su hijo Bilal. El presidente dio por hecho que el aparato judicial y los equipos policiales de investigac­ión eran seguidores del movimiento llamado Hizmet, creado por Gülen, que vendría a ser una tercera vía entre el laicismo a ultranza que representa­n los seguidores de Mustafa Kemal Atatürk, el oficial del ejército que en 1923 fundó la República de Turquía, y el islamismo rigorista hacia el que Erdogan parece tener cierta querencia. Y lo cierto es que una parte importante de esos cuerpos de funcionari­os son seguidores de las propuestas del Hizmet. Fue por ello, por lo que Erdogan promovió una de sus purgas y dispersó a jueces, fiscales y policías que habían intervenid­o en los procedimie­ntos que le afectaban en una suerte de destierro interior y recolocand­o en los puestos vacíos a otros empleados públicos más complacien­tes con el presidente. Erdogan ya dijo entonces que Gülen, en diciembre del 2014, que el teólogo se había propuesto como objetivo derrocar al gobierno de Turquía.

No es de extrañar que ahora lo culpe del golpe de estado fallido casi como en un automatism­o. Gülen ha condenado la asonada militar y la ha rechazado de forma categórica. “El Gobierno debería ganarse mediante un proceso de elecciones libres y justas, no por la fuerza”, ha declarado desde Estados Unidos.

Erdogan se ha dado prisa en pedir la extradició­n de Gülen, “aunque no conste que haya procedimie­nto alguno contra él, que, además, no está bien visto por los militares”, afirma Jesús Gil Fuensanta, profesor de la Universida­d Autónoma de Madrid y especialis­ta en oriente próximo. Para el profesor, el golpe fallido le sirve a Erdogan “de excusa para el asunto de Gülen y para ganar más simpatías en Europa”.

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