La Vanguardia

Quince niños siguen hospitaliz­ados, cinco en estado crítico

Por primera vez un atentado yihadista en Europa se ceba en los más pequeños

- ANNA BUJ

El hospital Lenval, en el paseo de los Ingleses, es el centro pediátrico que a día de hoy todavía mantiene a quince niños ingresados, cinco de los cuales siguen en estado crítico. Es el lado más cruel de un atentado que, por primera vez en Europa, tenía como objetivo masacrar también a los más pequeños.

Al menos diez menores murieron el jueves por la noche. Todo el mundo conoce a alguien con una historia desgarrado­ra. Philippe, un camarero en la cafetería más cercana al hospital, cuenta la de un hombre que ha perdido a su mujer, a sus padres y a su hijo de cinco años. “Él también está muerto por dentro”, asegura.

Empiezan a salir a la luz los nombres. Mehdi H., de doce años, era el hijo de la mejor amiga de Kelza y de un árbitro de fútbol. La hermana gemela de Mehdi sigue en coma en el hospital infantil.

“Sólo podemos esperar. El terrorista es nuestro vecino, vive en nuestro barrio, en el Norte de Niza. Estamos todos tocados, no pensábamos que esto podría pasar. No puedo parar de rezar por ella, porque a la madre no le queda nada”, cuenta a La Vanguardia. “Estamos entre la pena y el cólera. Esto afecta a la libertad, a los niños, a todo”.

La directora de comunicaci­ón del centro pediátrico, Stephanie Simpson, explicó que la mayoría de los 10 niños hospitaliz­ados que no están críticos podrán tener el alta el lunes. De los 30 que entraron en la madrugada del viernes, dos murieron y 13 pudieron marcharse a sus casas el mismo viernes. De los cinco que siguen críticos, uno se debate entre la vida en la muerte, tres están en respiració­n artificial y uno está estable.

El hospital ha desplegado un servicio de psicólogos especializ­ados que ya han atendido a 50 familias. Según los expertos, en este tipo de situacione­s “brutales y excepciona­les” se debe partir de lo que quiera contar el mismo niño, no intentar arrancarle el dolor si él no quiere. “Nos pensamos que no lo entienden pero comprenden mucho más de lo que los padres creemos”, dijo una psicóloga a la salida del hospital.

Megane, de 24 años, acudió ayer devastada al centro de acogida de las víctimas que proporcion­a la ciudad porque no tenía dónde ir. Ella apenas puede hablar de cómo caminó por encima de cadáveres y como vio al atacante a pocos metros arrollándo­lo todo. “¿Y cómo se lo cuento yo a mi hijo?”, se pregunta. El pequeño, de cuatro años, se quedó con sus abuelos mientras sus padres disfrutaba­n de los fuegos. Un amigo de su clase de taekwondo es otro de los menores fallecidos. “¿Cómo le cuento por qué su amigo ya no irá más a clase?”.

Pero no todo son historias tristes. Gracias a Facebook, una familia consiguió localizar a su bebé de ocho meses, colgando una foto suya y describien­do el carrito azul en la red social. Los usuarios se volcaron, compartien­do la publicació­n miles de veces, y la joven que lo recogió les contactó. “Gracias, sólo puedo decir gracias, por haberos movilizado por el pequeño Tylian”, dijo ayer su madre, muy emocionada.

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DAVID RAMOS / GETTY Aquí vivía el terrorista Lahouaiej Bouhlel, en un barrio de Niza

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