‘E la nave va?’
Encapsulados por la actividad del BCE, parece que la economía española sea incólume a cualquier decisión del Gobierno. Y, en el corto plazo, es cierto. No solo esto, con el impulso fiscal del pasado año y el que se ha añadido este 2016, y a la espera de lo que nos acabe exigiendo Bruselas, la velocidad de crucero ha aumentado hasta por encima del 3% anual. ¿El mejor de los mundos? No. ¿El más responsable? Tampoco. Porque los males que nos aquejan no sólo no se han corregido estos últimos meses, sino que los hemos aumentado: el sector exterior ha vuelto a detraer crecimiento del PIB desde el 2014, regresando al tradicional modelo de crecimiento basado en la demanda interna. Y porque la deuda neta exterior continúa estratosférica, como también lo están los pasivos exigibles de la economía española.
El gran pacto por la mejora del saldo exterior, y lo que implicaría de rediseño de las infraestructuras y del conjunto de la política económica para aumentar la productividad, sigue, hoy como ayer, tan ausente de la actuación gubernamental como de los discursos de los partidos con opciones de incidencia sobre el diseño del país. ¿Estamos perdiendo el tiempo? Por descontado. Cuando las cañas actuales (tipos de interés cero, euro devaluado y precios del petróleo por los suelos) se tornen lanzas, veremos como lo abordamos. En el interín, la siesta del gobierno, a excepción de la fiscalidad, va para largo. Como en la película de Fellini, no aprendemos. E la nave va? No, simplemente lo parece.