Rivera-Sánchez
Lo ha vuelto a conseguir. Rajoy ha logrado de nuevo que la presión política y social recaiga sobre las espaldas de Rivera (al que le está pidiendo implícitamente el sí a su investidura) y de Sánchez (al que reclama la abstención). Es cuestión de tiempo –piensan en el entorno de la Moncloa– que el uno y el otro terminen quebrando ante la pésima perspectiva, para ellos, de unas terceras elecciones que, sin embargo, podrían ser excelentes para el PP cuyo electorado fiel (no menos de 7 millones) es incansable. Estamos, pues, en un proceso de maceración muy similar en política a los efectos que produce en gastronomía. La comparecencia de Rajoy el miércoles codificó mensajes que hacen suponer que él no va a perder el pulso tampoco esta vez. Inasequible al desaliento.