LAS CLAVES DE LOS SUPERCOMPUTADORES
¿Qué son?
Son equipos informáticos extremadamente potentes y capaces de realizar tareas de cálculo a una velocidad sorprendente que equivale a millones de veces la velocidad de un ordenador de sobremesa.
¿Cómo funcionan?
Los supercomputadores tienen los mismos componentes de los ordenadores convencionales, solo que en grandes cantidades y relacionados entre sí para que puedan trabajar juntos y obtener mayores rendimientos. Incorporan decenas de miles de procesadores y centenares de miles de núcleos como los de cualquier ordenador, pero instalados de manera que se pueden sumar los flops –la capacidad de cálculo– de cada uno y acumularlos para que trabajen a la vez y con el mismo programa, lo que proporciona capacidades de cálculo y velocidades impresionantes.
¿Cómo se mide su rendimiento?
El criterio más usado es la capacidad de cálculo, que se mide en flops (del inglés floating point operations, operaciones de coma flotante). Una operación de suma, resta, multiplicación o división equivale a un flop por segundo.
¿Qué velocidad alcanzan?
El Sunway TaihuLight, el superordenador público más potente hoy o por hoy, tiene un rendimiento máximo de 93 petaflops. O lo que es lo mismo, es capaz de realizar 93.000 billones de cálculos de suma, resta, división o multiplicación en un segundo.
¿Para qué sirven?
Los superordenadores son herramientas utilizadas en la investigación científica y por las empresas para abordar problemas, hacer cálculos o analizar grandes volúmenes de datos porque permiten manipular una enorme cantidad de información en muy poco tiempo.
¿Qué utilidad tienen?
En el ámbito de la investigación se utilizan supercomputadoras para predecir el clima y buscar patrones sobre los cambios climáticos, para estudiar el universo, para simular los efectos de una operación de corazón, de una prueba nuclear o de un terremoto, para reproducir mediante simulación la funciones del cerebro, para realizar análisis genómicos, para predecir la interacción de un medicamento con las proteínas... Pero también las usan las compañías petrolíferas para buscar petróleo en un terreno con mayor certeza, los bancos para entender el patrón de uso de las tarjetas de crédito de sus clientes y detectar posibles fraudes, o las cadenas de supermercados para conocer qué vende y qué stock queda en cada uno de sus establecimientos.