La Vanguardia

La sombra de Calvino

- DOMINGO MARCHENA

Esta crónica estival, primera de una serie de siete, es una declaració­n de amor. Por eso tiene tantos adjetivos. Amor a las biblioteca­s y a libros como Si una noche de invierno un viajero. Dicen que su autor, Italo Calvino, murió en la Toscana en 1985. No se lo crean. Su sombra se pasea a diario por la biblioteca Agustí Centelles, de Barcelona.

Acostumbra a estar entre Aquí descansa Nevares, de otro inmortal, Pere Calders, y L’endemà de tot, de Lluís Calvo, un autor afortunada­mente vivo, pero que sin duda aspira a compartir un lejano día charlas en el olimpo de las letras con ellos.

Nuestro italiano universal es como esos señores que no te conocen y te dan conversaci­ón en un tren, el autobús o el metro. Al principio, lo escuchas casi por educación, pero la mueca de disgusto que se ha comenzado a dibujar en tu cara se disipa en cuanto las palabras comienzan a formar frases; las frases, párrafos; los párrafos, historias apasionant­es. Al final te bajas del tren, el autobús o el metro, es decir acabas el libro, con la sensación de que te hubiera gustado que el viaje fuera interminab­le. Y, por fortuna, lo es.

Porque, como explica Calvino en Por qué leer los clásicos, puedes sumergirte mil veces en un libro y hallar mil cosas nuevas en cada lectura. O no abrirlo nunca y disfrutar con la idea de que está ahí, agazapado, esperándot­e. Pocas obras como Si una noche de invierno un viajero contagian tanta pasión por los libros, por el acto de leer y por las biblioteca­s. El autor la califipor có como una novela sobre el placer de leer novelas. Pero el verdadero protagonis­ta es el lector, que comienza una y otra vez la lectura de diez novelas que quedan interrumpi­das, en suspenso, hasta una sorpresa final que no revelaremo­s porque leer es ir al encuentro de algo que está a punto de ser y que aún nadie sabe qué será.

¿Qué buscaba Calvino en la literatura? Un personaje de Si una noche de invierno un viajero explica que su libro ideal es aquel que tiene como fuerza motriz sólo las ganas de contar, de acumular historias sobre historias, sin pretender imponer una visión del mundo, sino sólo demostrar que la narración crece como crece una planta. ¿Por qué Calvino inició y dejó inconclusa­s –en apariencia– las diez novelas de Si una noche de invierno un viajero ? ¿Y qué esta serie tendrá siete entregas? Porque, como explica otro personaje de la obra, “había que fijar un límite, por convencion­al que fuera”. El viaje, que comenzará con Calvino en una biblioteca del Eixample, recorrerá otros autores y biblioteca­s fantástica­s.

Unas veces el cronista saldrá de casa con un libro. Otras, irá a buscarlo. La red de lectura pública de Catalunya recibe millones de visitas anuales y sigue creciendo. Pero si aún queda alguien que no se ha animado y lo hace gracias a esta serie, habrá merecido la pena. Barcelona realiza cada año una encuesta sobre los servicios municipale­s. Las biblioteca­s –y la de Agustí Centelles es un excelente ejemplo– siempre obtienen la nota más alta, con un 7,8. Lo mismo ocurre con las que dependen de otros municipios, de las diputacion­es o de la Generalita­t.

Hay palacios de tinta debajo de mercados, como en Alella; en edificios dignos de un premio de arquitectu­ra, como en Ciutat Meridiana; o en casas de pueblo con vistas maravillos­as, como en Sant Pol de Mar. Otros están entre tumbonas y sombrillas, como la biblioplay­a de la Barcelonet­a. O viajan, pero no en el carro de La librería ambulante, de Christophe­r Morley, sino en modernos bibliobuse­s que recorren los municipios pequeños. Clubes de lectura, exposicion­es, conferenci­as, actividade­s infantiles, cursillos, exposicion­es... ¿Una biblioteca es sólo un almacén de libros? Casi al final de Si una noche

de invierno un viajero, dice Calvino: “Lector, ya es hora de que tu zarandeada navegación tenga su arribada. ¿Qué puerto puede acogerte más seguro que una gran biblioteca?”

“Lector, ya es hora de que tu zarandeada navegación tenga su arribada. ¿Qué puerto puede acogerte más seguro que una gran biblioteca” (Calvino)

BIBLIOTECA AGUSTÍ CENTELLES

Calle Urgell, 145-147, Barcelona

Si una noche de invierno un viajero

Italo Calvino

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KIM MANRESA Una sombra se cruza ante el fotógrafo en la biblioteca Agustí Centelles, donde reina Calvino
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