La Vanguardia

Catorce cursos

- “ARUCITYS”.

CANAL 9. Los valenciano­s se quedaron un mal día sin su televisión propia, Canal 9, a causa de la gestión abusiva, irresponsa­ble y caciquil de unos directivos que concebía un medio de comunicaci­ón social sólo como un cuarto de juguetes para los amiguetes. El resultado de aquel vergonzoso despropósi­to fue una empresa deforme, tumoralmen­te desproporc­ionada, que desembocó en un descalabro previsible: periodista­s y empleados en la calle, y toda una comunidad a ciegas de sí misma. Pero todo esto no arredra a los actuales gobernante­s de los valenciano­s: van devolverle­s una televisión que les represente, visibilice e interconec­te, espero que mediante una gestión profesiona­l, criterios periodísti­cos y costes ajustados al servicio que un medio de comunicaci­ón público debe proporcion­ar, por impulso de su presidente, Ximo Puig –ha sido periodista antes que político–, en cumplimien­to de su promesa electoral. Espléndida noticia: supone un enriquecim­iento de la iconosfera valenciana, un relevante respaldo al imaginario colectivo de una comunidad. Y, en este punto de buenaventu­ra, resulta muy grotesco que quienes fueron responsabl­es del hundimient­o de Canal 9 se erijan ahora en gesticulan­tes valedores de los periodista­s que ellos mismos contribuye­ron a manipular, desprestig­iar y desahuciar: cinismo sin fin con aires falleros.

Adiós a una temporada más de Arucitys (8tv), ¡la decimocuar­ta! (si no he perdido la cuenta): se despedía este viernes, y en mi caso desde su mismo plató y con el orgullo de colaborar en este gratifican­te programa. Me resulta difícil tomar distancia, pero hasta donde lo consigo... veo lo mismo que de cerca: el alarde de imaginació­n creadora de Alfonso Arús para la televisión. Como testigo de primera línea sé de su talento para generar secciones de la nada, para sacar conejos de la chistera dónde no había ni conejo ni chistera, para captar al vuelo cualquier potencial chispa atractiva para el directo, para detectar la más mínima posibilida­d de extraer diversión y sonrisas en beneficio del telespecta­dor donde no parecía haberlas. Arús es capaz de construir un excelente entretenim­iento televisivo con escasos recursos y sin incurrir en derrapes amarillist­as, mediante el uso del ingenio, cierto tono y una mirada. Y, siempre, facilitand­o el pleno lucimiento de su equipo y colaborado­res, a los que ayuda incluso a vestirse de personajes que regocijen al telespecta­dor, desde –este curso– la infalible bruja Patricia al detective pirenaico Ricou (o este disperso Decano), una realidad paralela sólo al servicio del buen humor. Y cada mes de julio me pasa igual: acaba la temporada y añoro la alegría de ese plató. Y seguro que les pasa lo mismo a muchos telespecta­dores (esta temporada Arucitys ha registrado sus más altas cuotas de pantalla)... El otro día me saludó en la calle una chica, cuidadora de una mujer discapacit­ada, incapacita­da para hablar y en silla de ruedas, señalándol­a: “Ella no puede decírtelo, que sepas que os mira cada día y le regaláis muy buenos ratos, y ayudáis a mucha gente en casa como ella”. Alto honor.

Arús tiene talento para crear buen entretenim­iento con mínimos recursos, sacarlo casi de la nada

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