La Vanguardia

El primer amarillo de Indurain

Miguel Indurain ganó cinco Tours consecutiv­os, de 1991 a 1995. Esta es la historia del día que fue líder por vez primera

- XAVIER G. LUQUE Villars-les-Dombes. Enviado especial

La historia moderna del Tour dio un vuelco hace 25 años en los Pirineos. En Val Louron se cerró una página ilustre, la que habían protagoniz­ado campeones como Greg Lemond o Laurent Fignon, para abrirse otra de majestuosa­s proporcion­es: nacía la era de Miguel Indurain. El 19 de julio de 1991 el Tour de Francia abría sus salones nobles para coronar un nuevo monarca. Indurain se vestía de amarillo por vez primera. Durante cinco años consecutiv­os fue el único rey del Tour.

Pero esta historia tiene un preámbulo de recuerdo amargo. Antes de Val Louron hubo Jaca y antes de la gloria, la crítica despiadada. El jueves 18 de julio de 1991 el Tour disputó una etapa de 192 kilómetros entre Pau y Jaca. La llegada de la carrera a suelo español disparó las expectativ­as. Todos esperaban una gesta del Banesto, el equipo que, todavía, lideraba Perico Delgado. Pero camino de Jaca el Banesto no atacó. Tenía superiorid­ad clara en el grupo de líderes, hasta cinco corredores con Lemond aislado, pero nadie atacó. El nuevo líder del Tour fue el francés Luc Leblanc, con dos minutos y medio de renta sobre Greg Lemond, y la tormenta se encarnizó con el equipo español y su máximo responsabl­e, José Miguel Echavarri. El diario deportivo de más circulació­n tituló en portada: “Fracaso estratégic­o del Banesto”. Uno de sus competidor­es hablaba de “exasperant­e pasividad”. La Vanguardia fue cauta al señalar: “Dando un margen de confianza al Banesto, habrá que esperar a la etapa reina de hoy para saber si acertó o si se le escapó de las manos el golpe perfecto”.

Han transcurri­do 25 años pero Echavarri recuerda con nitidez aquella jornada de Jaca, la impacienci­a de la afición y de buena parte del periodismo. “Había que esperar y juzgar el balance de dos etapas, Jaca y Val Louron. Pero no era fácil mantenerse frío. En aquellos momentos la opinión de José María García [fue muy duro] pesaba mucho. A todos, aficionado­s, periodista­s, incluso a nosotros. Y sé de periodista­s que me dijeron que en su diario no les aceptaban las crónicas. ‘Pero cómo vas a poner esto, si ha sido un fracaso, lo hemos visto todos’, les decían”.

“Aquella noche en Jaca, prosigue Echavarri, vino a cenar con nosotros el secretario de Estado para el Deporte, Gómez-Navarro. Y me insistía: ‘¿cómo está Perico, eh, cómo está?’ Nosotros sabíamos interiorme­nte que lo que se dice ahora el sorpasso estaba cerca. Le di una pequeña pista: ‘Perico está bien. Y Miguel, muy bien’. Sin desvelarle nada”.

Al día siguiente, viernes 19, se disputaba la gran etapa pirenaica. De Jaca a Val Louron por el Aubisque, el Tourmalet y el Aspin. “Me acompañaba mi hijo, Xabier. Tenía 13 años y le avisé: ‘vas a escuchar cosas duras contra tu padre, pero que sepas que no se las dicen a tu padre, sino al director del Banesto’. Venía para un par de etapas y se quedó hasta París”.

La etapa de Val Louron fue el día soñado para todo ciclista. En la susa. bida al Tourmalet se realizó la gran selección. “Antes hubo una escapada y Javier Mínguez llevaba a un corredor ahí metido”, relata Echavarri. “Cuando los favoritos les cogieron, frenaron a los directores para dejarnos pasar a nosotros y me acerqué a Mínguez. Me dijo que había visto pasar a los líderes, que Indurain iba muy bien pero que Perico… hizo un gesto de así, así”. Por el alto pasaron en cabeza, por este orden, Chiappucci, Indurain, Hampsten, Mottet y Bugno. Lemond cedía apenas 16 segundos, Fignon y Chozas un minuto, Delgado más de tres. “Durante la ascensión los repasé a todos y fui al lado de Miguel, para informarle (no había auriculare­s). Le dije que se olvidara de Lemond, que zigzagueab­a, y que Leblanc también estaba vencido”.

Indurain atacó en el descenso y sacó casi un minuto de ventaja. Esperó a Chiappucci, que venía en contragolp­e, y entre los dos se comieron el resto de la etapa. Una colaboraci­ón perfecta que interesaba a ambos. Miguel se situó líder, Chiappucci ganó la etapa y se acercó a la victoria en la montaña y a una plaza en el podio final. “Ahí no hay casi ni que hablar, no se trata de dinero ni de nada. Los dos colaboran sin pensarlo porque les intere- Además, Chiappucci nos convenía, un corredor muy valiente y que ayuda”.

En Val Louron Indurain sacó minuto y medio a Bugno, casi tres a Fignon, seis a Hampsten, siete a Lemond… el Tour era suyo. “Yo tenía uno de esos primeros teléfonos en el coche, grandes, papamóvil le decíamos. Y durante la etapa llamaba a casa, que me dijeran qué se veía por TV, qué pasaba por detrás”, explica Echavarri. “Luego, en la meta, no me moví del coche, no quise ni ir al podio. Se acercaban periodista­s pero sin acabar de venir del todo, en círculos, como temiendo mi reacción. No les reproché nada. Era el momento de callar, de estar tranquilo. Y de aprender, se aprende mucho de estas situacione­s”.

Pero aún quedaba un pequeño incidente. Indurain ni se percató, pero en el podio le encasqueta­ron una gorra de Crédit Lyonnais. Toda una jugada, porque el patrocinad­or del Tour se aseguraba aún más relevancia, en detrimento de Banesto, en todas las fotografía­s. “Al día siguiente me fui a Leblanc (el director del Tour) y le dije ‘no me tienes contento, Jean-Marie’. ‘¿Qué te pasa ahora, José Miguel?’. Le enseñé las portadas, las fotos,

En Jaca el Banesto no atacó y fue blanco de aceradas críticas: “La opinión de García pesaba mucho” “Nosotros sabíamos que el ‘sorpasso’, como se dice ahora, estaba cerca, pero no podíamos desvelar nada”

la gorra. ‘Perdón, perdón’, empezó. Sí, perdón, pero ya te la habían clavado”.

El balance de las dos etapas era esplendoro­so y certificab­a la eclosión absoluta de Miguel Indurain, que tres días antes había cumplido los 27. “La gente fue impaciente”, comenta Echavarri. “Se pensaron que el Tour acababa en Jaca y lo que desconocía­n es que quizá empezaba en Jaca. Fue como aquellas películas que veíamos en el colegio cuando éramos chavales. Tenían dos partes y al final de la primera, cuando cambiaban la bobina, iban ganando los malos. Pero al final de la segunda siempre acababan ganando los buenos”.

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CLEMENT / AFP / ARCHIVO Claudio Chiappucci y Miguel Indurain en su cabalgada salvaje hacia Val Louron, el 19 de julio de 1991
 ?? VINCENT AMALVY / AFP / ARCHIVO ?? Indurain se ajusta una gorra que fue polémica en el podio de Val Louron
VINCENT AMALVY / AFP / ARCHIVO Indurain se ajusta una gorra que fue polémica en el podio de Val Louron

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