Gestor de gestores
Primero en Synthon y ahora en Uriach se ha centrado en cambiar a las personas para transformar las empresas
Oriol Segarra (Barcelona, 1971) llegó a Uriach como experto en transformación de empresas. Tras su experiencia como director general para España del grupo farmacéutico holandés Synthon y como su director de operaciones global, y con un reconocimiento académico como conferenciante y autor de libros sobre liderazgo en el mundo empresarial, Segarra se puso a aplicar sus teorías en la gestión de Uriach, una empresa farmacéutica en proceso de reinventarse tras abandonar la fabricación de medicamento con receta.
“Los directivos son muy escépticos sobre el liderazgo: les gusta la teoría, pero no creen que produzca resultados, que pueda aplicarse en el día a día de la empresa. Nuestra experiencia en Uriach, que yo explico en las conferencias, como antes la de Synthon, demuestra que no son sólo teorías sino que funcionan”, señala.
Segarra confiesa que su pasión es el liderazgo: imparte charlas y conferencias, es autor de cuatro libros sobre el tema (uno de ellos, Liderazgo peregrino, ya va por la segunda edición) e impregna su trabajo en la empresa. Llena los fines de semana de actividades de team building con el equipo directivo, que además de las reuniones de trabajo incluyen experiencias lúdicas colaborativas, desde el canto coral a representar obras de teatro. Y el liderazgo no se queda sólo en los directivos: mantiene un desayuno semanal, de hora y media, con trabajadores de todos los niveles y operarios de Uriach. “Cuando algún directivo afirma que su prioridad son las personas ha de preguntarse cuanto tiempo les dedica”, razona.
“Uriach tiene 750 trabajadores. Si les dedicas tiempo, la gente se siente más escuchada y considerada. Y notas el cambio de ambiente. En las organizaciones se habla mucho de la guerra por el talento, pero se suele referir sólo a contratar trabajadores o a evitar que se vayan, y no somos conscientes de que a veces la compañía sólo utiliza una parte pequeña del talento de sus trabajadores”. Y como ejemplo pone los equipos de excelencia operativa que ha puesto en marcha en la firma, integrando personas de todas las fases del proceso productivo “para detectar duplicidades e ineficiencias. Nos han permitido reducir los gastos de producción en más de un 6% cada año”.
Segarra, sin embargo, viene del mundo financiero y asegura que se sumergió en el del liderazgo “por necesidad. Empecé trabajando como controller en el departamento financiero, pero siempre me interesaron los temas de gestión. Y cuando asumí la dirección de Synthon vi que si se aplicaban las teorías los resultados financieros mejoraban mucho”.
A su juicio el liderazgo se parece a su otra pasión, el vino, “que es una mezcla de ciencia y arte. No basta la ciencia para hacer un buen Priorat. Y lo mismo en la empresa, no basta con ratios y excels de cifras de ventas, la clave es la inspiración que has de transmitir a las personas y la motivación que se ha de crear en la empresa para cambiar la organización y hacerla capaz de asumir nuevos retos”.
En Uriach, recuerda, el primer reto fue crear un relato, un story telling, explicando qué se había hecho para transformar la empresa: Uriach salía de varios ERE y del cierre de líneas de negocio deficitarias. “Cuando yo llegué, la mayor parte del ajuste ya se había realizado. Los accionistas habían adoptado decisiones buenas para reorientar la compañía y me incorporaban a mí para construir un nuevo negocio –señala–. Había que explicar el sentido que tenían esas decisiones dolorosas, y que abrían nuevas oportunidades que la compañía ahora podría aprovechar”. Desde entonces, asegura, “se ha ido creando un nuevo ambiente en la empresa. Y hemos incorporado gente joven, que equilibra la experiencia de los mayores con más entusiasmo, para asumir nuevos retos, como la internacionalización”.
Así, desde el 2013 el grupo ha recuperado el nivel de ventas de antes de la crisis (132 millones de euros) y ha pasado de un ebitda (beneficio operativo) negativo de 2 millones de euros en el 2008, a un beneficio de 33 millones el año pasado, que crece más del doble que las ventas. Segarra destaca el apoyo que han supuesto los accionistas, la familia Uriach, en esta transformación. “Han tenido un comportamiento ejemplar, abriendo puertas cuando han podido, dando confianza y respetando el papel de cada uno”. Gracias a ellos, además ha podido cumplir hace pocos meses una de sus ilusiones, estudiar en Harvard, donde ha cursado un programa formativo similar al PDG hace apenas seis meses.
Casado y padre de un hijo y una hija adolescentes (“estoy entretenido también en casa”, bromea) dedica el tiempo libre a hacer catas de vino con amigos y directivos. “He escrito también dos libros sobre el vino”, recuerda.
Escribir es una de las actividades para las que le gustaría tener más tiempo. “Me gustaría compartir la experiencia y el conocimiento en libros”, asegura. En el futuro le gustaría seguir asumiendo retos de transformación de organizaciones o colectivos, como está haciendo ahora. “No tengo grandes sueños pendientes que dejo para el futuro. Hace 12 años me diagnosticaron un cáncer de tiroides y desde entonces soy muy consciente de que lo que quiera hacer he de hacerlo ya”.