Unos vecinos incívicos y demasiado entrometidos
Los ayuntamientos del entorno de Collserola y Sant Llorenç del Munt impulsan todo tipo de campañas para controlar la población de jabalíes
ESant Cugat del Vallès
n los últimos años se ha ganado el título a pezuña. Especialmente en las zonas periurbanas de los municipios que rodean los parques naturales de Collserola y de Sant Llorenç del Munt. Es el ciudadano jabalí, un animal salvaje que baja de la montaña a buscar comida fácil de los contenedores en la ciudad e, incluso, alimento que algunos les ofrecen, como si fuesen mascotas. Los expertos del Consorcio del Parque Natural de la Sierra de Collserola calculan que hay unos 1.500 ejemplares y alertan que “cuanto más facilidades tengan para conseguir comida sin esfuerzo, las hembras tienen más crías y, por lo tanto, el aumento de población de jabalíes es constante”.
De ahí que el consorcio promueva la nueva campaña informativa ¡Atención a los jabalíes!, con la que advierte que en Collserola, “una parte de estos ha perdido el miedo a las personas. Algunos jabalíes se están volviendo cada vez más exigentes y pueden llegar a ser agresivos. Nunca hay que darles comida. De hecho, se han producido algunos incidentes en áreas de picnic como el pantano de Vallvidrera y alrededor del centro de información del parque”, lamenta la portavoz del consorcio. Hay un control cinegético por parte de la Generalitat, que autoriza batidas puntuales de caza: en el 2013 se capturaron 486 ejemplares; en el 2014, 330 y en el 2015, 622. Además, el año pasado fallecieron 28 por atropello.
El Ayuntamiento de Sant Cugat del Vallès también ha impulsado una campaña; Tinc morro! (Tengo morro), que quiere sensibilizar a la ciudadanía para que no los alimente. En los límites de Collserola se calcula que hay unos 300 jabalíes y que la población no para de crecer. El concejal de Medio Ambiente, Joan Puigdomènech, remarca que “tenemos que conseguir que el jabalí encuentre su alimento sólo en la zona boscosa. Las bolsas de basura se tienen que dejar dentro de los contenedores”.
Jaume Bartual, que lleva 25 años en su casa en la zona de Torre Negra de Sant Cugat, conoce bien el apetito voraz de los cerdos salvajes. El año pasado le agujerearon en varios puntos la valla metálica perimetral de un cercado donde tiene dos cabras y, especialmente, en verano, los jabalíes “entraban a todas horas a buscar comida. Nunca le hemos dado nada para que se acerquen. Sabemos que son salvajes y los asustamos para que regresen al bosque. Pero nada más oyen que abrimos el candado, huelen el pienso de las cabras y vienen”. Este año ha invertido 3.000 euros en una valla de obra y, por ahora, los jabalíes no consiguen entrar en la finca. El julio pasado, cada día llegaban a reunirse una veintena –cinco o seis adultos y muchas crías– al día. Para Bartual y su mujer –que se declaran defensores de los animales– “son una plaga que ha ido creciendo en los últimos cinco años y, además de molestos, pueden ser peligrosos”, advierten. Le han agujereado el terreno, le han roto objetos de la finca e, incluso, hace dos años, atacaron a su pastor alemán y al husky, dándoles un golpe en las costillas. “De hecho, los perros fueron a proteger a mi mujer de dos jabalíes grandes”, recuerda.
Sant Cugat del Vallès participa en una prueba piloto para controlar la fertilidad de los jabalíes hembras. Es un proyecto pionero que se hará juntamente con otros municipios y la UAB, con el que se aplicará una vacuna inmunocontraceptiva para reducir la población. El parque natural de Sant Llorenç del Munt, junto con Terrassa, Matadepera y Vacarisses, la Generalitat, la Diputación de Barcelona y la facultad de Veterinaria de la UAB también participan en una prueba piloto con la aplicación de una vacuna anticonceptiva.