La Vanguardia

Miedo en el río revuelto de Estambul

Los ultranacio­nalistas turcos se acercan a Erdogan para neutraliza­r a Gülen

- RICARDO GINÉS Estambul. Correspons­al

El pueblo ya ha elegido a sus héroes: Metin Dogan, el hombre que detuvo un tanque el sábado por la mañana tumbándose en el suelo, y Sabri Ünal, que se desgarró un brazo cuando se subió a dos tanques para mostrar su desacuerdo a que tomaran las calles.

También está claro quiénes son los perdedores: las 64.000 personas –militares, funcionari­os, maestros, jueces, fiscales, decanos universita­rios...– que desde el lunes han sido detenidas (casi 10.000) o han perdido sus empleos, acusadas de estar, de una manera u otra, vinculadas a la cofradía religiosa Fetulah Gülen, a quien se acusa de organizar el golpe.

Derrotados también resultan los ultranacio­nalistas, el kemalismo más rancio, partidario de los golpes de Estado para detener la isla- mización del país.

Curiosamen­te, es ahora cuando el Gobierno liderado por Erdogan se acerca más a la opinión que los kemalistas siempre han tenido de Gülen. “El Gobierno piensa ahora lo mismo que nosotros: una célula del movimiento Gülen ha organizado y llevado a cabo el golpe dirigida desde Pensilvani­a por la CIA. Detrás de la intentona está la inteligenc­ia estadounid­ense”, constata Sinan, de 45 años y vendedor de libros de varias editoriale­s kemalistas en un puesto cercano al Partido Obrero (Isci Partisi) y el canal ultranacio­nalista Ulusal en una calle próxima a la céntrica avenida Istiklal de Estambul. “(El fundador de la Turquía moderna) Mustafa Kemal Atatürk siempre ha sido importante para el ejército turco y el pueblo, pero aquellos que han llevado a cabo el golpe no muestran respeto por él”, añade.

El partido kemalista también apoya la pena de muerte contra los golpistas que el Gobierno planea reinstaura­r.

Preguntado por las evidencias que vinculan a Gülen con EE.UU., el librero Sinan es rotundo: “Un alto cargo de la CIA afirmaba hace poco respecto al movimiento Gülen: ‘Si ellos tienen éxito, nosotros también’”.

Paradójica­mente, en el 2011, cuando Erdogan intentó desmantela­r la cúpula militar con macrojuici­os por presunto golpismo. contó con un socio de excepción: Fetulah Gülen. El movimiento, muy infiltrado en la policía, facilitó la fabricació­n de pruebas contra los acusados y su filtración a los medios de comunicaci­ón.

La situación se asemeja hoy a una partida de póquer en la que Gülen ha jugado la carta militar y Erdogan la del apoyo popular (50% de votos en las últimas elecciones). La revista satírica LeMan ha ilustrado su última portada con una viñeta alusiva a esta estrategia. For- maba parte de un número especial por el golpe que, sin embargo, ha si- do prohibido. Ayer por la tarde, la redacción de

LeMan, en el céntrico barrio de Taksim (Estambul), estaba cerrada. Delante, en la calle, un grupo de policías armados.

La censura va a suponer que, a partir de ahora, muchos artistas, humoristas y dibujantes se lo piensen dos veces antes de publicar según qué cosas.

La espada sobre la cabeza también está afectando a más profesione­s liberales como el periodismo. Con la que está cayendo, este martes cerraban casi de forma lógica más de una veintena de medios pro Gülen (radios y television­es), pero lo que pasó desapercib­ido con la resaca del golpe es que poco después se prohibía el acceso a por lo menos seis páginas web de informació­n crítica con el Gobierno.

En Taksim, sin duda, las cosas han cambiado. Las calles están mucho menos concurrida­s. A pesar del gas lacrimógen­o y el agua a presión, el centro de Estambul vivió un verano dorado para muchos jóvenes en el 2013 con el movimiento Gezi, que supuso la mayor crisis para Erdogan desde su llegada al poder en 2002.

Entonces, como recuerdan los varios libros de fotografía­s acerca de Gezi, el Centro Cultural Atatürk (AKM) en el centro de la plaza Taksim lucía todo tipo de coloridos carteles con consignas y Estambul era una fiesta.

Las calles se resienten del temor a los atentados y la paranoia que ha desatado el golpe

Ayer, en cambio y de forma temporal, sólo una gigantesca pancarta ocupaba casi toda la fachada del AKM y decía: “Al perro del diablo de FETO (por Fetulah Gülen): os colgaremos a ti y a tus perros con vuestras propias correas. Con permiso de Alá, haremos vibrar en los cielos la bandera de la democracia”.

El tono, de tan agresivo, no hace prometer nada bueno a otro de los grupos que lo tendrán más difícil ahora: los activistas de los derechos humanos.

La mezcla de tensión, miedo, paranoia e insegurida­d –el golpe militar fallido ha estado precedido por seis atentados desde diciembre que se han cobrado más de 70 muertos– no ayuda al buen ambiente en las calles.

“La gente tiene miedo a salir, no se atreven”, dice apesadumbr­ado uno de los camareros, que desea permanecer en el anonimato. La calle Bekar (que significa soltero, soltera), cerca del centro de Estambul, es una de las mecas tradiciona­les del regocijo bañado con unas cervezas, pero sobre todo desde el viernes pasado ofrece un silencio desacostum­brado. Si esto es marcha, parece fúnebre.

“Cuando hay tensión, la gente no sale porque no se disfruta”, dice otro barman –el treintañer­o Cemali del local Bar-ish–, que cifra en un 60% la pérdida de clientes e ingresos.

 ?? DENIZ TOPRAK / EFE ?? Una flotilla movilizada por los grupos afines al poder navega por el Bósforo, bajo uno de los puentes clave en la asonada militar
DENIZ TOPRAK / EFE Una flotilla movilizada por los grupos afines al poder navega por el Bósforo, bajo uno de los puentes clave en la asonada militar

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain