El café no lo hace todo
Les Arts Florissants
Director: William Christie Lugar y fecha: Auditori de Girona (19/VII)
Es difícil desarrollar una reflexión crítica y establecer puntos de desacuerdo cuando un concierto ha resultado en general del agrado de los espectadores. Esta presentación de un grupo de jóvenes músicos bajo el lema de Les Arts Florissants y su director, William Christie, que cerró el estupendo ciclo de Nits de Clàssica del 2016 merece una consideración especial tanto por el mérito de Christie como por la utilización de su marca. Vale que es una presentación de verano, pero también es verano en Aix, en Montpellier, y hasta en Peralada. Y Les Arts Florissants gozan del apoyo oficial francés y patrocinadores privados. Y además no por ser una presentación de jóvenes músicos dejan seguramente de ostentar su caché.
Yendo a las cosas, Christie propuso un programa Bach atractivo centrado en cantatas de carácter sacro, y la famosa “del café”, del territorio profano, por simplificar estas categorías tradicionales. Y aprovechando la formación instrumental de cámara incluyó la Sonata n.º 1 BWV 1039 ,yla Suite n.º 2 BWV 1067.
La Cantata Schweigt stille... BWV 211 (o “del café”) cerró la sesión con entusiasta y merecido aplauso del público. El bajo Andrew Foster, el tenor Reinoud van Mechelen, al igual que la soprano Juliette Perret, trabajaron en ella con precisión y claridad en carácter, subrayando el matiz cómico. En otro ámbito se manifiesta la cantata Ich armer Mensch BWV 55 (de la primera parte), en la que el tenor Van Mechelen subrayó la intencionalidad dramática del texto, con buena dicción además, aunque la versión tanto en lo instrumental como en lo coral quedó algo esquelética, especialmente en el coral final.
Lo de la dicción y el ahorro de medios marcó el comienzo del concierto: la soprano Perret dio prioridad al canto de escena más que a las necesidades que plantea una canta- ta, es decir, que llegue su texto, ininteligible, y por lo demás con un tratamiento de los agudos que merece un trabajo de técnica. El acompañamiento instrumental también aportó lo suyo; el clavecín de Christie, poco audible, no cohesionó el trabajo. Como si se hubiese ensayado lo mínimo. Sumó dificultades un violoncelo de poca proyección sonora y convicción en el continuo, aunque bien apoyado por el contrabajo. Cualidades que se manifestaron en las piezas instrumentales, en las que destacó el excelente flautista Serge Saitta especialmente en la Suite. Yo pediría mayor responsabilidad a estas figuras.