La Vanguardia

¿Qué desayuna Francesc Homs?

En el bar del Parlament donde se negocia con vehemencia por un croissant de chocolate hay alguna otra pasta

- EL RUNRÚN Màrius Serra

Se ha especulado mucho sobre el origen de los diez votos de más que recibió el PP en el Congreso de los diputados. De hecho, todos los analistas pasaron rápidament­e a la fase interpreta­tiva, porque casi nadie duda que los diez votos vinieron de vascos y catalanes, en justa proporción de cinco y cinco aportacion­es por bando, o tal vez una menos, como la hora en Canarias. El amparo en el secreto del voto empaña los clamores de transparen­cia y a la esgrima verbal habitual de los peneuvista­s vascos se suma la no menos barroca del candidato pedecista (¿deberemos llamarle así, no?) Francesc Homs. Como quiera que la sátira política televisiva, a diferencia de sus satirizado­s, sí que hace vacaciones en verano, no sabemos qué solución argumental hubieran hallado los guionistas de Polònia para explicarlo. Seguro que brillante. Si tuviésemos que elegir un emblema satírico de la temporada que ha separado las elecciones (plebiscita­rias) catalanas del 27-S de las elecciones (repetidas) españolas del 26-J, probableme­nte eligiríamo­s un croissant de chocolate. Un gag recurrente que, con la cuestión de confianza en septiembre, aún tiene recorrido. Pues en la misma barra del bar del Parlament donde se negocian con vehemencia los croissants de chocolate debe haber otras pastas que tal vez pueden explicar los votos ocultos. Una palmera, una ensaimada. O un chucho, esta pasta tan rebosante que la crema sale disparada y mancha.

Coromines, en su Etimològic, deriva el xuixo de la lanza corta puntiaguda denominada con los castellani­smos xuço (chuzo) o xuixo (chucho), que recomienda reemplazar por llançó. Pero en Girona, ¿dónde, si no?, reivindica­n su origen. Dicen que el chucho nació en la antigua pastelería Puig de la Rambla. Un pastelero francés invitado les llevó un chouchou ,la misma pasta sin tostar. Pero al pastelero de Girona no le acabó de gustar y la frió. De aquel aceite hirviendo emergió esta gran pasta que mancha y desborda: el xuixo. En Badalona son tan adictos a ella que le llaman tornem-hi (repitamos), en Tarragona, y especialme­nte en Reus, la piden como un chut, como en el fútbol. Y en Mataró, donde la semana pasada cerramos la séptima temporada del programa Divendres, descubro que la llaman como un globito. ¡Globet! El periodista de Mataró Manuel Cuyàs cuenta que un día descubrió en can Foix de Sarrià una especialid­ad pastelera llamada loubets, similar a sus globets de Mataró, y lo investigó. Al final fue a parar al cocinero Auguste Escoffier (18461953), nacido en Villeneuve-Loubet, cerca de Niza. De este Loubet toponímico hasta el globet de Mataró todo son vericuetos secretos, com los votos enigmático­s. Lo único que parece claro es que Homs y sus compañeros de grupo parlamenta­rio desayunará­n una pasta.

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