La clave del éxito del sistema educativo suizo
La atracción de talento es uno de los elementos clave de éxito para el futuro de una ciudad. Sin embargo, la caza de talentos no se puede limitar a identificar a los mejores de un sector: el sistema educativo debe identificar talentos a todos niveles de formación y permitirles acceder a una formación que permita encontrar un trabajo digno y mejorar sus perspectivas.
Llevo 23 años viviendo en Zurich con mi familia. Cuando hablo con compañeros españoles sobre los sistemas escolares siempre surge la pregunta: ¿A qué se debe que la tasa de desempleo de los jóvenes de 15 a 24 años en España siga siendo del 45% cuando en Suiza es del 3,3%? Y eso que Suiza carece de recursos naturales, que el coste de mano de obra y la vida son muy caros y que el tipo de cambio CHF-EUR complica la vida a los exportadores. Es por esto que la única opción que tiene Suiza es fabricar productos y ofrecer servicios de altísimo nivel que justifiquen su precio caro. Y esto requiere una formación excelente y un mercado laboral competitivo.
En Suiza la educación pública es gratuita y excelente y por esta razón ocupa en los rankings internacionales de educación una de las primeras plazas. Este éxito se debe a que Suiza destina una parte importante de su presupuesto estatal a la educación como inversión en el futuro: a
La escuela debe formar a los ciudadanos en los sectores donde haya demanda
modo de ejemplo, en el 2013 gastaba 3.266 euros per cápita mientras que España gastaba 1.027 euros. Primera conclusión: la inversión en educación es una pieza clave para atraer talento y generar prosperidad.
Sin embargo, no es la única razón del éxito: Suiza tiene un sistema de formación dual muy competitivo y el acceso a las universidades es muy restringido. La razón es muy simple: la economía suiza no precisa de un 60% de personas con formación universitaria. En el 2015 tan solo un 19,7% del total de los alumnos del cantón de Zurich accedió a la universidad, mientras que en España, según un informe de la OCDE, aproximadamente un 52% accede a las universidades. El acceso restrictivo a la universidad permite mantener un muy alto nivel de formación y así atraer talentos a nivel mundial. Los alumnos que no van a las universidades hacen un aprendizaje de mínimo tres años, dividido entre clases de teoría y prácticas en empresas del sector. A los 19 años obtienen un título que les permite integrarse en el mercado laboral. Segunda conclusión: el sistema escolar debe tener en cuenta las necesidades de la economía y de la sociedad y deber formar a sus ciudadanos en esos sectores donde haya demanda.
Pero no se acaba ahí: todos pueden seguir formándose, acceder a escuelas superiores y obtener más adelante títulos de formación superior. Eso motiva y mejora las perspectivas de los ciudadanos. Tercera conclusión: Un sistema de formación debe ser permeable y permitir el acceso a una formación superior a esas personas que en un primer momento no quisieron o no pudieron ir a la universidad pero que luego demuestran tener talento.