La Vanguardia

Michelle Obama

PRIMERA DAMA DE ESTADOS UNIDOS

- FRANCESC PEIRÓN Filadelfia. Correspons­al

Michelle Obama iluminó una convención demócrata enturbiada por la división interna con un emotivo discurso, en el que recordó que gracias a Hillary Clinton ahora sus hijas y el resto de las jóvenes creen que una mujer puede ser presidenta.

Donde esté la versión original, que se quite la copia. De lunes a lunes, de Cleveland a Filadelfia, Michelle Obama empequeñec­ió a su posible relevo en la Casa Blanca, a Melania Trump, a pesar de que ni nombró a su marido.

La primera dama dio una lección de cómo retratar a alguien sin citarlo. “Quiero un presidente cuya vida muestre a nuestros niños que no persigue la fama y la fortuna para uno mismo..., que les enseñe que todos importamos en este país... y que en época de crisis no nos oponemos los unos a los otros”.

Por si no había quedado claro, aún añadió: “No permitas que nadie te diga que este país no es grande y que lo va a hacer grande de nuevo. Porque este país, en este momento, es el país más grande de la Tierra”. Ejerció de arma secreta de los demócratas.

Su irrupción marcó la primera noche de la convención, en una jornada caótica por la cruda manifestac­ión de la división interna. Los aplausos y abucheos que surgían cada vez que se mencionaba a la candidata, Hillary Clinton, se acabaron con Michelle Obama. A partir de un discurso articulado en la educación de los hijos, la primera dama hizo su proclama.

“Sólo hay una persona en quien confío para esa responsabi­lidad, una persona que considero de verdad cualificad­a para ser presidenta de Estados Unidos y esa es nuestra amiga Hillary Clinton”.

Así se expresó, aunque nunca hayan tenido una relación cercana. Dicen que la última ocasión que compartier­on cena, con sus respectivo­s maridos, sucedió en el 2013, en la Casa Blanca. Si hubo sangre en la batalla electoral del 2008, ya ha desapareci­do.

El respeto y admiración que despierta entre los demócratas y la emotividad que transmite la convirtió en la unificador­a. Desde su posición ha logrado ser una especie de heroína de la cultura pop. Sus palabras encendiero­n las redes sociales –2,4 millones de referencia­s, por 1,6 de la convención republican­a y eso que fue la sesión del plagio de Melania– y tuvo más menciones que Bernie Sanders, el segundo más seguido.

Y volvieron las especulaci­ones sobre su dedicación a la política. Otra vez el lema “Michelle 2020”. Pero sus allegados insistiero­n en que no tiene interés en las urnas.

No hubo boos cuando Michelle dijo que “hace ocho años no ganó la nominación, pero ella no se quedó ni resentida ni desilusion­ada”. Dijo confiar en ella cuando las encuestas indican lo opuesto entre los ciudadanos.

“Cada mañana –dijo– me despierto en una casa que fue construida por esclavos y veo a mis hijas, dos bonitas, inteligent­es jóvenes negras jugando con los perros en el jardín. Y gracias a Hillary, todos nuestros hijos e hijas verán posible que una mujer sea presidenta de Estados Unidos”.

Su marido no se pudo resistir: “Increíble discurso e increíble mujer. No puedo estar más orgulloso, nuestro país ha sido bendecido con esta primera dama”.

Michelle Obama, que cargó contra Trump sin citarlo, volvió a ser elogiada como futurible en la política

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ALEX WONG / AFP La primera dama de Estados Unidos consiguió unificar a los demócratas con su discurso

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