Jordi Camí
MÉDICO
Cuidar a los cuidadores. Con este objetivo la Fundació Pasqual Maragall y la Obra Social La Caixa han impulsado una investigación que demuestra los beneficios de la psicoterapia para quienes atienden a sus familiares con alzheimer.
Abordar el desgaste emocional, la aceptación de la nueva realidad, fomentar el pensamiento positivo o trabajar en cómo deshacerse de la culpa cuando el ambiente se tensa. Estos son algunos de los temas que durante cuatro meses se han tratado en las sesiones de psicoterapia grupal para cuidadores de personas con alzheimer en una investigación que ha mostrado los beneficios de este tipo de terapia cognitivo conductual para unas personas sometidas a un fuerte estrés psíquico y físico. Las mejoras han sido significativas en cuanto a la calidad de vida, el apoyo social que perciben y la resiliencia, que es la capacidad de sobreponerse a las situaciones difíciles y salir reforzado de ellas.
El estudio ha sido impulsado por la Obra Social La Caixa y la Fundació Pasqual Maragall, en colaboración con la Confederación Española de Asociaciones de Familiares de Personas con Alzheimer (Ceafa), partiendo del papel fundamental que tienen los cuidadores –normalmente familiares directos– para acompañar los años de vida de la persona afectada. Una enfermedad, recordaban los impulsores, devastadora y que supone un duelo permanente para quien desempeña el papel de cuidador. Además, hay que tener en cuenta que el 80% de los enfermos viven en casa y quien les atiende es un familiar.
La investigación se ha realizado con 23 grupos terapéuticos, 30 especialistas y 221 cuidadores en diversos puntos de España. Durante cuatro meses, una parte de los grupos se reunió con un moderador en sesiones monotemáticas. La otra parte lo hizo con un psicoterapeuta y a continuación se hizo un seguimiento. Tras analizar las diferencias entre ambas estrategias, se observó que, si bien todos los cuidadores mejoraron su calidad de vida los que más lo hicieron fueron los que trabajaron con el psicoterapeuta y tuvieron un seguimiento posterior. Se puede afirmar, según señaló Jordi Camí, director general de la Fundació Pasqual Maragall, que el trabajo ordenado y profesional en grupos mejora la calidad de vida, el estado de ánimo y la resiliencia de los cuidadores. Y también supone un ahorro de dinero, indicó, porque se reduce la mediación, las visitas al médico y las bajas laborales.
No hay que olvidar que esta enfermedad impacta en las familias, en la economía –muchos cuidadores han de dejar de trabajar o reducir la jornada–, llegando incluso a la exclusión social, señaló Cheles Cantabrana, presidenta de la Ceafa. La mayoría (un 75%) de estos cuidadores son mujeres, y la media de edad es de 61 años. Además, el 47% dedica más 12 horas al día a cuidar del enfermo.
Emilia y Rosa Maria explicaban tras la presentación del estudio la dureza de su situación. Sus entornos les preguntan por la persona enferma, y nunca por ellas, que han encontrado en estos grupos la vía para canalizar los problemas, compartirlos y superarlos. No sólo se trata de cómo cuidar sino, subrayan, de cómo cuidarse. Los impulsores de la investigación se proponen ahora formar a terapeutas para que se pueda extender la ayuda.
El 47% de quienes cuidan a una persona con demencia le dedican más de doce horas al día